viernes, 30 de diciembre de 2011

ALL YOU NEED IS...



Tras lo escrito la semana pasada, y aunque sólo hay un par de comentarios en el blog, sí me han llegado más mensajes por correo electrónico. Hay quien lo ha visto desde la óptica del trabajo posible y necesario con los hombres y mujeres de la tierra, especialmente con los más necesitados, con los más injusticiados. Hay quien sigue navegando hacia Itaca, llegando despacio que a lo mejor lo importante es el viajar. Otros piensan que hay que ser más duro con la que está cayendo, sobre todo con los que nos están tirando. Alguien me recuerda que en Belén ninguna noche del año es navidad. Y no falta quien defiende la sonrisa y la alegría de vivir día a día a pesar de sentirse pesimista total con la marcha del mundo y de los mundos más pequeños de andar por casa… Y así sucesivamente.

Aunque no es mi intención insistir en los temas base de cada entrega, me permito hacerlo en este último viernes del año. Ciertamente, hay más días que ollas y semanas que sartenes, así que tendremos tiempo de tocar otras campanas.
No es una respuesta, sólo más reflexiones.
La primera es que, bueno, la noche de paz es una y el calendario marca otras 364 con sus días, rayos y truenos. Y sólo de eso iba el tomazo anterior. Del que cada cual se sirve el trozo que mejor, o peor, le parezca. Como así ha sido.
La segunda es la positiva. Claro que mientras el mundo siga, otro mundo es posible. Y en eso estáis, estamos, algunos. Muchos seguramente. Pero todos no. Para los que sí, eso significa compartir con los demás. El cómo y el según lo ponemos cada uno, cada cual a su modo y manera. Y eso, independientemente del resultado final, suma vida y amor, y logros mayores o menores. Y en eso estamos. Claro.
Sin embargo, y es la tercera reflexión, el paro va a seguir aumentando en España. ¿O no? Como los recortes a los trabajadores, encabezados por los empleados públicos. ¿O no? Y qué tal andamos de recesión? Y si hablamos del globo terráqueo. ¿Qué dice UNICEF de la infancia desnutrida, de la asistencia a la escuela o del resto de los derechos de la infancia? Mejor aún, ¿qué decía hace unos años y qué dice ahora? Que las cifras, estadísticas mandan, van a peor. ¿Y los objetivos del milenio? ¿No eran para el año 2015? Claro, que no hemos llegado todavía. Ya, pero ¿acaso las perspectivas no son negativas para algunos, desastrosas según los otros?
¿Y lo de Kioto, ahora que ha acabado la representación en Sudáfrica? No sé si el mundo se nos acaba, pero me temo que sí se nos va de las manos. En lo que respecta a la naturaleza, a la economía, a la política. ¿O no?
¿Entonces?
Mantengamos la calma, la sonrisa y la alegría de vivir. Estoy de acuerdo, aunque el mundo se desmorone a nuestro alrededor. Siempre nos quedará París, por el momento, y lo de compartir. Porque, sobre todo y sobre nada, ciertamente todavía OTRO MUNDO ES POSIBLE… Sólo depende de cuánto nos empeñemos. De cuántos nos empeñemos.

Así que hoy en vez de poema os dejo una canción. Algunos la recordaréis, bueno, otros la podréis escuchar por primera vez, bueno también. Es un texto de Julián Rezola (algún día hablaremos de él) con música del firmante y las voces de Carmen, Jesús e Iñaki.


viernes, 23 de diciembre de 2011

NOCHE DE PAZ

Estaba yo pensando que el mundo no tiene arreglo, pero sí recorrido. Quiero decir que esto, o sea lo que viene pasando, no lo arregla ni San Pedro (¿por qué meter a Dios en esto? Como si tuviera algo que ver...). Pero futuro haylo, pero me temo que más pluscuamperfecto que perfecto.
O sea, mañana amanecerá, qué hacer, y así sucesivamente durante numerosos años naturales y hasta bisiestos. Cierto que andando los tiempos puede que un día el planeta no pueda respirar o que se ahogue en el último deshielo. Pero no iba yo solamente por ahí.
Ni siquiera me quedaba con esta crisis que nos abraza y atenaza. Creo que en el África negra menos, como en Centroamérica. Ellos no han vivido jamás en otro formato que no sea el de crisis a todo color. Por ahí si van los tiros.
Y, en general, también van los tiros por donde abundan los tiros. Pero el problema no es la guerra, eso solo es la realidad, y la consecuencia del problema. Como el hambre y cualquier otro azote de la humanidad y sus cobayas. El problema es la injusticia y la insolidaridad. Y eso no lo arregla la ONU seguramente porque no quiere querer. Y porque puede que tampoco pueda.

Y seguía yo pensando que para qué ir tan lejos. Y me quedaba en el barrio de al lado, donde tienen otro idioma, qué bonito poder hablar en estéreo, sólo que tienen además, o se han inventado, vete a saber, una historia que es la hostia de las historias. Bueno, bueno, qué historia. Como que han matado por ella. Y qué deciros de los de las variadas religiones únicas y verdaderas que no sólo se han tirado libros sagrados y hogueras a la cabeza, sino que la han tomado contra los que pasaban por allá sin un ídolo a quien echarle una copla...
Y están los del pueblo vecino que han dicho que el agua es para quien la tiene, que ellos la tienen, y que los demás la busquen o la paguen. Como las inyecciones de dar y tomar. Claro que puede que alguien se riegue todos los días sin necesidad, o que se quiera operar cinco veces por semana.
Por estar, están también los bancos mayúsculos, los Bancos. Todo un ejemplo de justicia y solidaridad. Como los gobiernos entre los gobiernos, y los partidos con los otros partidos, cómo se meten y arremeten (que no tiene nada qué ver con el grito de a por ellos, consustancial con los otros equipos y partidos, los de fútbol; ¿o sí?).
¿Hay futuro, siquiera sea condicional, en las relaciones entre hombres y mujeres? ¿O en las de hombres y mujeres consigo mismos y mismas?

Y así pensando y pensando que no llego a ninguna conclusión. Ni siquiera a exponer en sus justos términos la hipótesis de partida. De hecho no he llegado a ninguna parte y además ya no recuerdo muy bien de dónde salí. Pero es evidente que debo ir cerrando el chiringuito y terminar este blog feliz de una noche de paz cualquiera, trufado de cava y mazapanes, pierna de cordero y sopa de pescado, lo importante es la salud y que me quiten lo bailao. Y llegado a esa conclusión, concluyo el hacerlo con un poema. Ya que todavía puedo hacerlo.

             TODAVÍA

                                              She’s in love with me and I feel fine 
                                              (Lennon & McCartney)
Si me siento bien
no es tanto porque el sol amanezca conmigo
cada mañana.
Ni porque las estrellas sigan
(luna que luna)
colgadas en la noche.

Si me siento bien
es, en realidad,
porque ni el sol ha querido abrasarme,
ni la luna suicidarse,
y las estrellas no se me han venido encima,
todavía.

viernes, 16 de diciembre de 2011

NAVIDAD

A mi siempre me gustó la Navidad. A pesar de los mercaderes del templo y de la propia y apostólica Iglesia de Roma y de Calahorra (como institución, que no se me sobresalten mis cristianos de base).
Recuerdo los belenes en casa, con harina y papel plateado, el castillo de Herodes, los reyes Magos avanzando unos centímetros cada día hasta salirse de la mesa y desparramarse por la ciudad con la escalera de los bomberos siempre dispuesta para llegar al piso de nunca jamás. Había belenes en cualquier recoveco y en algunos se movían las figuritas y empezaban a cantar los angelitos. El niño Jesús siempre era muy grande para haber nacido en esas fechas y yo creo que al que miraba con más simpatía era a un pastorcito que con los pantalones a media asta abonaba el campo para andarse luego, más ligero, a cantarle villancicos.
En aquella época aún no había nacido Santa Klaus y los pinos y abetos vivían por su cuenta en los bosques, donde la caperucita y el ogro feroz. Así que los regalos los traían los reyes magos, que eran como los borbones pero de más lejos y sin urdangarín como paje.
Una vez le trajeron a un amigo un mecano que daba gloria verlo. Y además nos dejaba tocarlo. A otro le montaron un tren que ocupaba media habitación, pero sólo podíamos mirar y repetir lo que aquella máquina pregonaba: chupchup, chupchup. No, si a casa también llegaban los Magos, pero con espadas de hojalata, alguna pistola de plástico y un tablero para las damas. Pero no sufría. Yo siempre supe el valor del dinero que no teníamos. Y no era mucho.
Luego pasaron los años y las nieves. Y me siguió gustando la Navidad. Y el turrón y los regalos. (A pesar de...) Y fue maravilloso sentirnos como reyes por una noche y aguantar al pequeño que nos echaba de la cama porque había vista que el urdangarían de turno se había cepillado el vaso entero de moscatel que él mismo con toda seguridad y conocimiento había dejado entero junto a la ventana. (Cerrada por cierto, que el frío no sueña).
Ahora me sigue gustando la navidad, los días de navidad, las vacaciones de navidad, los autobuses, aviones incluso, de navidad, las partidas de navidad, las cenas de navidad... Porque, y eso lo saben mis amigos "de base", la natividad es más vieja que la que le tocó vivir a mi tocayo allá en Belén, o donde fuera, y así lo celebraron antes todas las culturas, cultas o incultas, seguramente desde los tiempos de Cromagnon. Posiblemente, incluso, nuestros antepasados homínidos allá en la enorme sabana africana, se juntaban una vez al año, se miraban a los ojos, y se daban la mano.
Cierto que luego se dedicaron (nos dedicamos) a darse leña (de ahí viene, seguramente, lo de "dar leña al mono"), a conquistarse, a revender todo más caro, a prestar con usura, a joderse por delante y por detrás sin aviso y sin gozo en el yacer... ¡Ay que joderse qué historia nos hemos montado!

Así que, finalmente, a mi gente yo no les deseo felices navidades, sino simplemente días felices, moderadamente felices, para que esa discreta felicidad, en lo fundamental, pueda continuar en las semanas venideras, meses incluso, un año todo lo más, hasta que se caiga de viejo el 2012.
Luego, ya veremos.

MANIFIESTO INGENUO PARA SUPERVIVIENTES

Yo,
que viajé con Gandhi por el Ganges y vi
millones de ojos brillando de nuevo, de mariposas volando,
que viví los diez días que estremecieron al mundo y aún
creí que lo mejor estaba por llegar,
que acompañé a Segundita Arpón
en aquella madrugada que nunca amaneció,
que volví a ser asesinado a cada rato
en Mauthausen y luego en el Goulag y luego en Palestina,
que paseé por La Habana con el Che
antes de convertirse en cartel,
que tuve un sueño y ya no
moría nadie más ni en Alabama ni en Rentería,
que fui emigrante en Alemania y ahora naúfrago en Canarias,
que fotografié a un niño devorado por una multinacional,
que canté con voz de Carmen,
que perdí un hermano
cuando Lennon firmó un autógrafo a la muerte.
   
Yo,
que a veces, a pesar de todo,
sigo creyendo en los hombres,
y en mis hijos y en los hijos de tantos, brindo hoy
por ti y por mí,
y porque necesito hacerlo.
Porque te veo blanco
y me siento negro.
Porque rezas
y yo canto.
Porque vienes
y yo voy.
Porque aún podemos pintarlo todo
de verde
y de azul
Y, también,
porque el planeta se nos va de las manos,
y casi no podemos ir a peor,
así que, igual,
vamos a mejor.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Hoy es viernes...

Hoy es viernes y se me ocurre que podría escribir sobre tantas cosas que lo mismo apago el ordenador y me pongo a leer de nuevo El nombre de la rosa...
Pero mientras tanto.
Podría escribir sobre Merkel y Sarkozy, aunque pensándolo bien igual tampoco merece mucho la pena. Lo que sí podría hacer es dejar cinco de los treintaycinco tomates que espero conseguir el año que viene en mi huertito de la sierra para lanzárselos a la señora esa, la Tatcher dos, en la cara. No muy fuerte, desde luego. En realidad se los dejaría en el plato para que apreciara cosa buena, pero me temo que entonces igual los examina con mala baba y los encuentra envenenados por alguna sustancia tóxica de claro raigambre hispano y nos manda las cosechas (de Murcia y Calahorra, que esas son mayores) a la mierda. O a lo mejor los prueba y encuentra ese claro componente que les he inculcado (a los tomates) de vivir mejor en, por y con cada uno, y eso sería lo peor, eso no lo aguantaría y entonces nos echaría de la zona euro de un plumazo y ya no sería culpa de Zapatero (aunque también), y ni siquiera de Rajoy, sino sólo mía...
Ya sé, escribiré entonces sobre Urdangarín. Vale. No vale. Sigo.
De las primas de riesgo nada, desde luego, que no quiero que entre incertidumbre y tanta liquidez, perdáis la salud (la salud que nos queda después de tantos achaques de la edad de este mercado-imbécil que nos ha tocado vivir).
¿Y de Pedro Sanz? ¿De quién dice usté? (Vaya, este no es de por aquí, así que no todo el mundo conoce a este señor tan mal educado como amigo de los pimientos que tanto le importan; tan votado como temido, dueño de la finca del "chorra más da y aquí mis cojones" -pobres vasquitos de Oyón, que San Pedro os tenga pronto en su gloria-). En fin, que tampoco será nuestro protagonista. Aunque si le hacen ministro, quién sabe...

Ah, bueno...¿Y si hablamos del Barça - Madrid? (¡Que no te enteras, que es Madrid - Barça!). Vale, bale (que es valer al cuadrado), del Madrid - Barça.... No me deja la voz de mi conciencia. Me dice (en castellano, que sólo habla catalán -como ya le pasara a ese gran e imperial estadista que tuvo España- en la intimidad) que ya está bien de fútbol. Que lo vea y que sufra, si no tengo más remedio, pero que deje en paz la cuestión que está bien servida y recogida por las cuatrocientas veintidos televisiones de este pais (incluyendo entre ellas las cuatrocientas autonómicas y las veintiuna que también van a ser del Movimiento), que ahora se alimentan de partidos de fútbol todos los días de la semana. Menos los viernes, que es hoy. Y por eso tampoco escribiré hoy sobre merengues y culés, sobre Cristiano y Messi.
Esos nombres me han sugerido otro tema. ¿Y de la iglesia, se puede hablar de la iglesia?... Para qué, si va a dar lo mismo ahora que Rouco será nombrado virrey de todas las conciencias.
Ya veo que no voy a escribir sobre nada. Ni siquiera sobre la nada. Pero, eso sí, temario hay. Será el viernes que viene, o no.
Mientras tanto dos cosas:
Chavales y chavalas del 15-M, no dejéis de remar que esto se va a pique. Y gracias por el esfuerzo.
La dos. Otro poema y damos el cierre final. Por el momento.



DOLOR DE CORAZÓN

A veces
me duele el corazón que nunca duele.
Así que será el alma.
¿Y si no existe?
No sé,
pero, a veces,
me duele el corazón y sangra el alma.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Cuando escribo


CUANDO ESCRIBO

Era más joven
y bebí del fruto prohibido
hasta saciarme,
 y por eso ya nunca
me perdí en la noche,
aunque a veces tropecé.
Era más joven
y se me llenaban los ojos
de abrazos y trenes
y ya para siempre
llovió en primavera,
y a veces heló.
Así que, ahora,
no me tiembla el pulso
cuando escribo sobre el hombre
y el tiempo se crece huracanado
y son las dos de la mañana,
cuando escribo.