viernes, 28 de junio de 2013

UNA HISTORIA Y UNA CANCIÓN, LA BALADA DE SAN ASENSIO



Vuelvo un viernes más con mi blog a cuestas. Y lo hago con un tema que alguien me ha ido sugiriendo en los últimos tiempos. ¿Por qué no subes a youtube las viejas canciones  de Carmen, Jesús e Iñaki? ¿Y por qué no?
Como ya he contado alguna vez, creo, las canciones están en la página web carmenjesusinaki.tk, y para los que prefieren tenerlas en las manos, y aquí en Logroño, pueden encontrar los DVD en Sonovisión o Piedra de Rayo. Pero… ahora las iré repartiendo por la red por si alguien las quiere escuchar y hasta guardar.

Y empiezo con una Balada. Terminaba el mes de mayo de 1977 (o sea, hace 36 años) y los “jóvenes” de San Asensio organizaban un acto cultural. Todo fue bien, a pesar de una llamada del secretario, “que paséis por el ayuntamiento”. Y allí nos dijo lo que nos dijo, que no lo escribo porque se oye perfectamente en la canción. Con mi voz además, haciendo de malo, bueno, de secretario en esta ocasión. Que si “aquí nunca pasó nada”, y que si nos pasamos con las canciones acabamos en la cárcel de Haro (todavía no era el Hotel los Agustinos, aunque tampoco, que yo sepa, se utilizaba entonces para encerrar a nadie). Pero sonaba fuerte, aquello de dormir en la cárcel, la cárcel de Haro.

Y estaba la gente. Que llenó el viejo cine. Y los chavales organizadores, que alguno lo pasó un poco mal, que también a ellos les dijeron algunas cosas los que mangoneaban el pueblo. Estuvimos con ellos y hasta volvimos para sentarnos en una mesa juntos y darle al clarete. Y… se acuerdan de aquello. Todavía. Todavía hoy…

Grabamos la canción, como todo el primer disco ("De lunes a sábado") con Malasaña. Otro día os digo quiénes eran. Fue bonito. Preparamos la grabación durante 15 días en el local del saxofonista y trabajábamos cada verso y acorde entre todos. Fueron unos días hermosos. Todavía la noche era muy negra y se desparramaba en multas y cárceles de haro, pero amanecías y el sol alumbraba la vida de nuevo. Y teníamos ganas y esperanza.

Algunos ya la conocéis, a otros quizá os guste: la balada de San Asensio.








viernes, 21 de junio de 2013

DE PROCESIÓN EN PROFESIÓN



Hoy, viernes sin verano y casi de paraguas, empiezo con un artículo de la Constitución Española, que es la que más cerca nos pilla a pesar de lo que está cayendo.

Artículo 16
1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

Lo adelantaba el viernes pasado. Una medalla, como la que nos dieron, no era militar y supuestamente tampoco religiosa. Y digo supuestamente tampoco, porque en realidad sí que algunos de los receptores de la misma acompañan con su insignia, con esta insignia, a procesiones, réquiems y velatorios de contenido religioso. Digo, y repito, con esta insignia, porque es cierto que más de uno de quienes han recibido esta medalla de San Bernabé son por otra parte cofrades de no sé qué cofradía. Y como tales hacen muy bien en cumplir sus estatutos, votos o sueños.
Porque esto no va contra la religión. Ni siquiera contra la católica (es una expresión hombre…). Solo trato de diferenciar lo civil de lo militar y de lo religioso. Mucho más cuando quien se empeña en confundirlo, una y otra vez, es el poder civil al flirtear o abrazarse directamente a símbolos y celebraciones religiosas. Aunque se las llame festivas, aunque se las vista de populares…
Quien lo tiene claro es la Iglesia. Cuanto más, mejor. Y algunos no entienden que cuando los políticos llevan las andas procesionales con una mano, con la otra reafirman el convenio de concertación con, por ejemplo, un colegio del opus de aquí mismo que incumple cualquier norma exigida y exigible. Sólo es un ejemplo, que las noticias del día nos cuentan más y mejor sobre lo que demanda Rouco Varela, acerca de la religión católica en las escuelas o de la nueva ley del aborto.

Por eso estas fotos aquí, con la alcaldesa y concejales del ayuntamiento de Logroño sosteniendo, o apoyando que también se podría decir, al patrón San Bernabé. Agradeciéndole, supongo, su intervención divina cuando fuera, o pidiéndole que lo haga de nuevo en estos tiempos de invasiones financieras tan feroces o más que las de hace siglos.





Y siento no haber encontrado una foto más, donde se veía también a la jefa del grupo socialista del ayuntamiento en la misma labor. Pero me consta. Sobre todo, le consta a ella. Que tendrá sus razones para hacerlo, cómo no. Como las tuvo el gobierno socialista de Logroño, en la pasada legislatura, para reinventar la procesión de la Virgen de la Esperanza, esperando y laborando porque todas las asociaciones de la ciudad la acompañaran en su procesión. ¿Quizá porque una corporación franquista la nombró alcaldesa de la ciudad?

Dejemos a la propia cofradía de esa Virgen que maneje sus intereses y por supuesto que asista a la procesión, y a cualquier otro acto religioso, quien quiera, pero, parece lógico decirlo, por motivos religiosos.

Este es un tema eterno, como la noche de los tiempos, como los años que llevamos laborando por conseguir esa separación de Iglesia y Estado.

Yo no sigo, pero le dejo el espacio a Julián Casanova. Este artículo lo ha publicado esta semana en su feisbuk:

Ahí sigue el Concordato con el Vaticano, sesenta años después.
En agosto de 1953, el Gobierno de Franco firmó un nuevo Concordato con el Vaticano. Franco se apresuró a describir a España como «una de las grandes reservas espirituales del mundo».
De los numerosos privilegios y poderes que ese Concordato otorgó a la Iglesia española destacaba la provisión por el Estado de las necesidades económicas del clero y la obligatoriedad de que en todos los centros docentes, estatales o no, la enseñanza se ajustara «a los principios del dogma y de la moral de la Iglesia católica». La propaganda de la dictadura lo contempló como un triunfo tanto para la Iglesia como para el Estado porque, en palabras del propio Franco, no cabía «en una nación eminentemente católica como la nuestra un régimen de separación entre la Iglesia y el Estado, como propugnaban los sistemas liberales». La sumisa identificación de la Iglesia católica con Franco alcanzó en ese momento su cenit. El papa Pío XII le concedió poco después la Orden Suprema de Cristo, la Universidad de Salamanca le dio el título de doctor honoris causa en derecho canónico y los obispos españoles reprodujeron las loas y adhesiones incondicionales que habían iniciado con la guerra civil.
Franco ya no está, es obvio, afortunadamente, pero ¿cómo es posible que todo eso esté vigente todavía, ahora que se van a cumplir 60 años? Claro que ya sé qué es lo que van a pensar muchos, siempre a vueltas con las famosa frase: "con la que está cayendo". Y usted con esas cosas. Pues nada, que dure otros sesenta.
Julián Casanova

viernes, 14 de junio de 2013

MEDALLERO



Acabamos de terminar las fiestas bernabeas-logroñesas, que como se sabe tuvieron su origen en la heroica resistencia de nuestra ciudad ante el fiero invasor francés allá por el año 1521. Heroica, añado, en el supuesto de que el mérito deba atribuirse únicamente al valor -y astucia- de nuestros ancestros. Porque si finalmente, la victoria se debió a la intervención del cuasi apóstol Bernabé entonces sobran tantas celebraciones victoriosas... 
Ciertamente el programa festivo acoge eclécticamente ambas posibilidades. Así cabe suponer que hubo un cierto grado de alboroto en las calles y murallas y algunas excursiones nocturnas para descargar al Ebro de pececillos; y por otra parte, Bernabé pudo dejar sus ocupaciones habituales en aquellos días para echarles un cable a los logroñeses. ¿Está bien así? ¿Todo el mundo contento? Por mí que no quede.

Mucho menos ahora que me  han colgado, justamente en estos días, la insignia de San Bernabé. Distinción que recae, en principio, en ciudadanos logroñeses que han destacado en su faceta profesional o personal por contribuir al desarrollo cultural, cívico y social de Logroño, personas, resume el comunicado, conocidas por su entrega a la ciudad.
Así que se trata de un galardón que no tiene nada de distintivo militar, eso está claro, ni religioso, lo cual está igualmente claro en la teoría, pero no sé si en la práctica de tantas vísperas y procesiones. 
Y de eso hablaremos más largamente otro día.

Volvamos con la insignia. Bien, vanidad de vanidades por supuesto, y también lo de que polvo eres y en polvo... Y que seguramente hay mucha gente que igualmente lo merece, o más, o menos. Y también están quienes hacen la propuesta, quienes la aceptan, quienes finalmente te ponen la medalla.
Y ahí quería llegar yo.
Recibí la medalla y, reconozcámoslo, había cierta expectación en el ruedo ante la salida de José Manuel Calzada, en funciones de presentador, y del que esto suscribe, después. Como a continuación sólo podrán verse nuestros discursos, sí cabe indicar que fueron algo más transgresores y díscolos que los de mis compañeros insignes, que por otra parte, estuvieron muy bien. La glosa que finalmente leyó la alcaldesa dejaba las cosas en su sitio. Cortesía para todos y más efusividad con unos que con otro. Como ya dejé caer en el feisbuk que he inaugurado estos días, fue más que notable su olvido, personal o de quien le escribe los discursos, cuando al referirse a mis obras, y citarlas a continuación, se dejó única y exclusivamente la de "Aquí nunca pasó nada". Triste demostración de que aquí nunca pasó nada... (¿o sí? ¿entonces?...)

Van los discursos, primero el de José Manuel Calzada.


Logroño, 10 de Junio de 2013

Querido San Bernabé:
Me alegraré que, al recibo de ésta, te encuentres bien. Nosotros, ya estarás enterado, no tan bien, pues a los que nos gobiernan, eso de estar bien o de bien estar no parece interesarles demasiado.
Pero el motivo de mi carta es otro: me han encargado que glose las virtudes y méritos del ciudadano logroñés Jesús Vicente Aguirre, al que han propuesto para que ostente la insignia que lleva tu nombre, por ver si lo consideras digno de ella.
Y aunque mi capacidad, como dijo el viejo Cervantes, se halle seca como un esparto y sea yo de natural poltrón y perezoso, eso es lo que intentaré hacer.
Obre, en primer lugar, en favor del tal Jesús Vicente, el que, según me ha contado San Lucas, a ti te pusieron de nombre Bernabé, porque significa “el esforzado”. Pues bien, dudo que en el presente de nuestra querida ciudad puedas encontrar otro más “esforzado” que el susodicho Jesús Vicente del que te hablo.
Predestinado a ser “Sancho”, por su estatura, su carácter conciliador y su retranca bonachona, el destino se empeñó en empujarle a ser “Quijote”, un quijote bajito, pero como aquél dispuesto siempre así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, a hacerse caballero andante y desfacedor de todo género de agravios, aunque para ello hubiera de ponerse en mil peligros.
Con esfuerzo encaminó su juvenil vocación de músico; con dolor superó la muerte temprana de su compañera Carmen; con esforzada amargura tuvo que exiliarse; con renovado ánimo formó una familia, multiplicada en dos hermosos retoños; y con incansable tesón ha continuado y continúa siendo “madre del cordero”, caballero andante de la Cooperación al Desarrollo, folklorista anclado a sus raíces e infatigable escritor de historias que tienen el cervantino propósito de que al leerlas, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no las desprecie ni el prudente deje de alabarlas.
Y pues que tú, querido San Bernabé, a más de esforzado, fuiste lapidado y coronado con la palma del martirio por incomodar a los poderes de tu tiempo, ¿qué mejor émulo podrás hallar en estos tiempos nuestros, tan llenos de injusticias y ultrajes, de representantes que no nos representan, de burladores de la democracia, de títeres de cachiporra, de mamporreros del capital… que este tal Jesús Vicente, juglar de guitarra en mano y grito libertario, tantas veces exiliado y marginado, tantas veces vapuleado por las aspas de los molinos y las maquilas del poder?
Abogado de causas y guerras perdidas; desmitificador de “caídos” y exhumador de “tumbaos”; experto en derrotas, contradiciendo al “Vicente” que lleva por nombre; poeta empeñado en tomar partido hasta mancharse… el tal Aguirre supo cantar hace cuarenta años a nuestra tierra, con palabras proféticas sobre las que aún gravita una condición:
La Rioja existe, pero no es. Si nos unimos, la hemos de hacer.
Si nos unimos, una condición que a Jesús Vicente, a los logroñeses todos y estoy seguro que también a ti, querido San Bernabé, nos gustaría que se cumpliese en nuestra ciudad y en este Salón que Rafael Moneo diseñó como Mesa Redonda de igualdad y concordia, abierta a la participación ciudadana.
Y bueno, querido santo patrono. Como ni tú, con todas tus virtudes, te libras de tener defectos -por algo te llamarán “el meón”, digo yo-, justo y necesario es que sepas disculpar los que el tal Aguirre acumula, entre los cuales no son menores el pensar que después de los Beatles todo es pachanga, y el que le dé por dirigir coros, cultivar tomates en Nieva, escribir blogs, o empeñarse en el advenimiento de la tercera república.
Y nada más. No otra cosa espero de tu patronazgo magnánimo que, atendiendo menos a sus faltas y más a sus virtudes -entre las cuales olvidé mencionar que “sabe latín”-, te dignes in sanctorum tuorum numero aggregari al aquí presente Jesús Vicente Aguirre, cuya vida guarde el sistema público de pensiones muchos años.



Y ahora el mio:


Señora alcaldesa, concejales, autoridades y amigos

Me siento honrado al estar hoy aquí en este primer salón de los ciudadanos de Logroño. Y seguramente estaría bien que comenzara agradeciendo esta nominación, este honor,  a unos y otros, pero me permitiréis que elija la palabra compartir.
Quiero compartir esta insignia con el esfuerzo que este salón de plenos alberga y que se traslada igualmente a elegidos y electores, al esfuerzo de una ciudad volcada hacia el futuro, al esfuerzo de tantos miles de logroñeses de antes y de ahora, y del futuro también, que intentaron, intentamos e intentarán hacer cada día mejor nuestra ciudad.

En particular me gustaría compartir también este galardón con todas las personas que me han acompañado en el recorrido necesario para llegar hasta aquí. Empezando por Carmen Medrano, sin cuya voz yo sólo sería una partitura musical, y acabando con Marisa, la madre de mis hijos, que saben que este título no es hereditario, así que hoy no están aquí porque siguen laborando fuera y aún más fuera para que la vida les reconozca al menos como ciudadanos de pleno derecho.

En medio, muchos rostros, muchos recuerdos. Ciudades, países, personas… Desde la avenida de Colón, el fin del mundo de mi infancia, a las calles de París, el comienzo de otro nuevo mundo. Desde Rebaño Feliz al Coro Con dos bemoles. ¡Será por nombres!

Lo comparto también con mi introductor de hoy mismo, y de tantas ocasiones, del que me honro en ser amigo y compañero, y con el que he navegado siempre entre documentos, versos y libros, siempre entre papeles. Y palabras. Y paisajes. No sé de muchos que conozcan Logroño y La Rioja, como este palentino del mundo. Una vez más, gracias José Manuel por estar tantas veces a mi lado.

Y también, cómo no, quiero sentirme cerca de todos los insignes que me precedieron, y en particular de los tres con los que hoy hago equipo. Un equipo sanitario, educativo, deportivo, solidario y cultural. Qué cinco patas para un banco universal y cotidiano que hoy siento, y así debo decirlo, que se tambalea, así que debemos empujar de nuevo y levantarlo por encima de todo y de todos. Quede dicho.

No voy a extenderme mucho más. Sólo quiero recordar que este salón, que este edificio, este ayuntamiento, que tantas veces me ha tocado enseñar a críos y mayores, nació con la democracia. Y que de esa democracia se nutre, en libertad y en alternancia. Este salón ha acogido ya la formación de diversos gobiernos municipales. Al frente de ellos se han situado seis alcaldes, incluyendo a nuestra actual alcaldesa, y detrás de ellos estamos cientos y miles de ciudadanos que cada día trabajamos y vivimos Logroño.

Ellos, alcaldes y alcaldesa, dejarán por supuesto su nombre escrito en la Memoria de nuestra pequeña Historia, pero con el tiempo, nadie recordará con seguridad quién de entre ellos dirigió, ideó o propuso este jardín, esa plaza o aquella actuación. Porque una ciudad es un proceso, una obra colectiva. Que se extiende en el paisaje y en los años. Y que hacemos entre todos. Con diferentes ideas, motivaciones o colores en la equipación. Eso no importa, si no olvidamos que vamos juntos, vamos juntos, compañero.

Y no estamos “condenados” a  entendernos, sino obligados a hacerlo, llamados a hacerlo. Yo lo creo y lo siento así. Por eso lo digo. Y es lo último que digo.
Muchas gracias




BUENO, ESTO ES TODO, HOY MUCHA LETRA Y POCA MÚSICA.
SALUD, RESISTENCIA Y ACCIÓN