Aquel fue uno más de los viajes iniciáticos, necesarios. París con aguacero en las orillas del Sena. Era una noche cualquiera, cantando por cantar, cuando conocimos a Fanhais. Francisco Fanhais, cura portugués desterrado por la dictadura y por la iglesia, a la espera de una hermosa primavera. Compartimos canciones y esperanzas, y nos quedamos con una de las suyas: “Hermosa va hacia la fuente, Leonor sobre la hierba”. La cantábamos en español pero pisaba aún más hermosa en portugués.
Supimos entonces que además de Paco Ibáñez o Víctor Jara, de
Lluis Llach o Qulapayun, estaban también los portugueses, Luis Cilia, Fanhais,
José Afonso, cantantes “de intervención” como decían en el país vecino. Con
una más que regular influencia de la música africana, de las colonias donde aún
vivía y moría el imperio portugués. Algo que con el tiempo florecería en el
ritmo y la cadencia de las canciones de Luis Pastor, por ejemplo. Pero
estábamos todavía en 1973.
Uno más tarde, el nuevo viaje se convirtió en paisaje,
estancia y paisanaje. España siempre en el corazón había cedido tristemente su
triste protagonismo al Chile que ya no era, como nos habíamos acostumbrado a
decir, de Allende. Y de repente estalló la primavera en Portugal y aquel 25 de
abril florecieron los claveles en las bocas de los fusiles. Grandola vila
morena, terra da fraternidade...

Supimos luego, muchos años después, de su enfermedad, de sus
problemas, de la ayuda y solidaridad de sus amigos españoles, Luis Pastor a la
cabeza o del rechazo a la Orden de la Libertad que le otorgaba un gobierno al
que criticó con dureza. Porque, una vez más alguien debía decir, como luego
también se cantó, que lo que se hacía, que lo que vivíamos, que las
perspectivas de futuro -en Portugal como en España-, no eran lo pactado, lo
soñado o lo luchado, que no, que no, “no es eso, compañeros, no es eso”...
He recordado todo esto al ver cómo un grupo de ciudadanos
portugueses interrumpía al primer ministro portugués, empeñado en aplicar las
reformas que le dictan desde Bruselas, cantando Grandola Vila Morena. Cantando
contra la troika, contra los recortes, contra la crisis que es una estafa...
Grandola Vila Morena. Passos Coelho no tuvo más remedio que aceptar la protesta
y reconocer el buen gusto de quien así protestaba...
De alguna manera, he recordado también, cómo en este país
también tenemos una canción-referente, el Himno a la Libertad de Labordeta. Y
cómo nuestro amigo fue protagonista en alguna ocasión en el Congreso, donde
seguro que todavía resuenan por un lado el “Gracias, Señor Labordeta” con el
que cerraba Zapatero su homenaje y despedida al cantautor y parlamentario
aragonés, y por otro, su contundente “váyase a la mierda” dirigido al
impresentable pepero de turno.
Si en Portugal sigue siendo tiempo de Grandola Vila Morena,
creo que en España debemos seguir tarareando, cantando y hasta gritando habrá
un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga
Libertad... Porque no hay mar que resista a su mareas...
Y ahora a cantar, suave y creciendo, con algo de rabia y mucha esperanza.
Libertad, salud, resistencia y acción
Y ahora la conexión entre Grandola y la plaza del Sol...
Bravo Solfónica...
Grandola vila morena
Grândola,
vila morena
Terra da fraternidade
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade
Dentro de ti, ó cidade
O povo é quem mais ordena
Terra da fraternidade
Grândola, vila morena
Em cada esquina um amigo
Em cada rosto igualdade
Grândola, vila morena
Terra da fraternidade
Terra da fraternidade
Grândola, vila morena
Em cada rosto igualdade
O povo é quem mais ordena
À sombra duma azinheira
Que já não sabia a idade
Jurei ter por companheira
Grândola a tua vontade
Grândola a tua vontade
Jurei ter por companheira
À sombra duma azinheira
Que já não sabia a idade
|
Grândola,
villa morena
Tierra de fraternidad
El pueblo es quien más ordena
Dentro de ti, oh ciudad
Dentro de ti, oh ciudad
El pueblo es quien más ordena
Tierra de fraternidad
Grândola, villa morena
En cada esquina, un amigo
En cada rostro, igualdad
Grândola, villa morena
Tierra de fraternidad
Tierra de fraternidad
Grândola villa morena
En cada rostro, igualdad
El pueblo es quien más ordena
A la sombra de una encina
De la que ya no sabía su edad
Juré tener por compañera
Grândola, tu voluntad
Grândola, tu voluntad
Juré tener por compañera
A la sombra de una encina
De la que ya no sabía su edad
|