viernes, 20 de enero de 2012

DE SALVADORES Y PADRES DE LA PATRIA. VITORIA EN EL CORAZÓN

En febrero de 1976 pudimos dejar París donde habíamos esperado como agua de mayo (aunque no fuera la bendita del 68) un pasaporte que llevarnos a la boca para poder volver a España. En el mes de marzo, escenarios y remolques fotografiaban ya nuestras actuaciones en plazas, salas y teatros de La Rioja, Andalucía, Cataluña o Madrid. Con gente, mucha gente alrededor. Y las cerillas encendidas. Eso lo recogían también los informes policiales. “Que el público enciende cerillas”. Menos mal que ya no nos acusaban de incendiarios. “En una de las canciones que debiera decir Victoria según la documentación remitida, seguían explicando los papeles gubernativos, lo que dicen al parecer es Vitoria. Y el público enciende cerillas”...

Porque resultó que...
En marzo de 1976 mucha gente andaba por las calles de Vitoria buscando afanosa y solidariamente esperanza y pan, cuando se encontraron flotando entre los gases de las bombas lacrimógenas y dibujados en las mirillas de los rifles de la policía. Murieron cinco.

Y ocurrió que...
En marzo de 1976 un ministro de armas tomar dijo que la calle era suya.

Y ahora va y se muere Fraga. Ya sé que todos lo sabéis, y desde luego no estaréis pensando que ahora vaya yo a contaros su vida y milagros. Que si fue ministro y dueño de vidas, prensas y calles, o cuando se lanzó él sólo, como hubiera hecho el capitán Trueno, sobre la bomba de Palomares…
Lejos de mí ese cáliz.
En realidad ya sabemos que los seres humanos, incluso los seres animales, viven, se reproducen y mueren. Lo que le ha pasado a Fraga. Y cierto es que cuando la gente muere, se disparan, se me perdone la expresión, comentarios y jaculatorias. Sobre todo para aquellos que no sólo aparecen con profusión en los medios, sino que son dueños de los medios. Resulta que finalmente son santos si procede, vírgenes si cuela o como es el caso que nos ocupa, demócratas de alta escuela, de rancio pedigrí, de toda la vida y de toda la muerte. De nuevo la muerte. De los obreros en Granada, de los estudiantes en las calles de Madrid, cuando la policía disparaba al aire. Que no fue el caso de Vitoria. Allí dispararon simplemente a dar. Y dieron.

Porque eso fue la transición primera, una lucha a brazo partido con la muerte. Cuando la historia pintó de rojo de sangre las hoces y martillos del mes de enero de 1977 en Atocha, Madrid. Fraga ya no era ministro de gobernación. Ahora se iba a convertir en estadista, y de salvador, en padre de la Patria.

Así que…
Yo, y muchos, recordamos al Fraga franco fascista, o sea, francamente fascista, que para ser ministro de Franco no bastaba, seguramente, con ser miembro de la OJE.
Y un hombre que no renunció en toda su vida al franco-fascismo merece la condena que la historia, ya que ni el Parlamento ni los tribunales de nuestra nación -más ocupados en juzgar a Garzón por cierto- lo han hecho, reserva a quienes despreciaron, algunos de por vida y otros hasta que no tuvieron más remedio, la libertad y la democracia, por no hablar de la igualdad y de la fraternidad entre los hombres de la tierra.
Vitoria en el corazón.


Hoy quiero dejaros un testimonio que me envía un amigo. Hermoso, veréis y escucharéis.
Empezaba esta carta, o lo que sea, hablando de canciones (es una pena que no grabáramos aquella dedicada a Vitoria), y acabo con la voz de un compañero con el que ya cantamos y fuimos y vamos juntos compañero, alguna vez. Luis Pastor redacta y recita un manuscrito que firmo gustosamente y no sólo en mi nombre. Salud.


6 comentarios:

  1. Muy bueno Jesús, un manuscrito, realmente hermoso

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  3. Esos coletazos del franquismo fueron terribles.
    La calle era de ellos, también las iglesias, los mártires no.

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  4. Tambien por aquellos años y siendo Ministro de Gobernación, el finado, dejó organizado el enfrentamiento de Montejurra, donde murieron 2 personas. (El estaba en Venezuela) A la vuelta dijo "esto es una pelea de hermanos"
    ¿Será por fin la calle, nuestra?

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  5. esto es todo lo que tengo que decir sobre este tema:
    fraga enterrado con honores y garzón en el banquillo
    ¡qué país, jesús! qué país...

    un saludo desde los condados y muchos besos a todos

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  6. "Se me dan un bledo las oraciones fúnebres que vayan a pronunciar en mi memoria y los homenajes de desagravio que alguien intente tributarme. El gran Patroclo, aquel artista de tomo y lomo, menudo tipo, ¿eh? Casi todos hablarán bien, olvidarán mi humor ácido, mis malas arañas y las suyas, mentirán. La muerte siempre te roba lo más auténtico de ti mismo, tus demonios, tus desazones, tu mala leche, tu encabronamiento, tus vísceras de vinagre. Una vez muerto te domestican, incluso te extirpan los hígados y la hiel en un pomposo simulacro académico. Los homenajes póstumos no son para el destinatario, ya sabes, sino para los que promueven el acto, que de esa forma vampirizan tu imagen sin ningún escrúpulo. Lo mismo ocurre con los premios y los honores que te conceden el sistema y las instituciones públicas mientras creen que vives. Pretenden alimentarse de tu actividad, de tu energía, de tu esfuerzo o de tu carroña, ganapanes de mierda".

    He sacado este texto del capítulo 2 de mi novela TIRANA MEMORIA, en la que se cuenta cómo un tipo reclama que no se le roben sus 'malas arañas' y su mala leche tras su muerte. ¿Dejaría escrito algo así don manuel y no le han hecho caso sus hagiógrafos?

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