jueves, 22 de marzo de 2012

A LA HUELGA CIEN, A LA HUELGA MIL, A LA HUELGA MADRE, YO VOY TAMBIÉN

 
El día 29 de marzo del año 2012 yo tampoco iré a trabajar. Como no lo hice en todas las huelgas anteriores de nuestra democracia venida a menos, a mucho menos.
Con una diferencia, ciertamente. Que en este caso no me tocarán el bolsillo (digo ese día, que para el resto del año ya se está preparando bien nuestros amorosos y bienpensantes gobernantes de acá y de acullá para tocarnos no sólo el bolsillo sino todas las partes pudendas a manos llenas y “limpias”, que les gusta decir). Y no lo harán por la sencilla razón de que ni Méndez ni Toxo me consultaron la fecha del paro, y cuando se resolvió la incógnita, servidor ya tenía sus pasajes para el viaje y su día de fiesta y recogida a la vuelta del mismo. Y en esas estamos. Que tampoco es bueno que para defender los derechos de todos, uno vaya perdiendo los suyos por el camino.
Y en ese camino estaremos todos. Con huelga y manifestación. Y en ese camino, que ahora trataré de describir, estarán también los que no vayan.
Así que a todos os dejo el siguiente texto que bien pudiera ilustrar una estampita de la Divina Comedia, o quizá del Apocalipsis, por la parte de atrás. Y que marca la senda que volveremos a pisar. Porque lo que pretenden los que lo pretenden todo, no vamos a pararlo fácilmente. Y habrá que andar y más andar, correr quizá, y quién sabe qué más… No, agorero no, pesimista, bueno, ¡y qué quiere usté con la que va a seguir cayendo!. A continuación lo explico a mi manera, que coincide con la de mucha otra gente, aunque entre ellos no estén Rajoy ni Merkel, ni en su tiempo estuviera tampoco, que esto viene de lejos, el bueno de Zapatero.
Como el asunto es largo y cuitado, hoy no habrá poema, ni canción, salvo –en el recuerdo- aquellas de la camisa rota, el gallo rojo y a la huelga cien, a la huelga mil)

PERDÓNALES, SEÑOR, QUE NO SABEN LO QUE HACEN...
¿O SI?

Las cosas están mal, pero podían estar peor. De hecho, irán a peor, salvo que seamos capaces de enfrentarlas, sacrificarnos y... pasar a mejor vida.
Y el rebaño, una gran parte de la sociedad, vencida y desarmada, apostilla:
AAMENNNNN

EL VIENTO QUE SOPLABA DEL ESTE

Mientras el oso soviético se mantuvo de pie, incluso en cuclillas, el amigo americano hizo sus cuentas y prefirió compartir beneficios con los obreros del mundo entero medio unidos. Y así frente a las estanterías vacías de Bulgaria, lucía más la sirenita y su corte en Copenhague; en vez de los hospitales que se caían a pedazos en Eslovaquia, la seguridad social de Suecia atendía incluso a los inmigrantes; en vez de los monos azules para todos, pero para todos, de China, podías comprate, o no, unos vaqueros azules que también los llevaban todos, todos los que podían, que eran muchos en occidente porque los empresarios tenían claro que para ganar más tenían que producir más, o sea que alguien tenía que comprar. Y cuanto más mejor. De ahí el consumismo frente al comunismo.
Y delante del muro de Berlín pusieron una ventanita y te regalaban un pin con las barras y las estrellas. Claro que los de enfrente aún jugaban a veces al pin-pan-pun que hacía más daño todavía, según la parte alcanzada.
Y de este paisaje, y digámoslo de una vez, gracias también a la lucha de generaciones y generaciones, mucha y dura según lugares, surgió el Estado del Bienestar aceptado por los grandes empresarios, ofrecido por la socialdemocracia europea y bendecido por los mercaderes del templo de Wall Street, encabezados como se sabe por los hermanos Dow Jones y Dollar.
Pero los vientos soplaban tan fuertes que se llevaron muros y muretes, hoces y martillos (algunas por lo menos), espadones y padrecitos no-zares pero como-zares, y hasta Carrillo perdió a su amigo Ceausescu.
Y claro, una vez establecida la libertad y el libre mercado en los territorios soviéticos y sus aledaños, los amigos americanos y sus primos del Fondo Monetario se dijeron, basta ya de florituras, ahora no hay nada que demostrar, esta es la nuestra.
Y consiguieron que la Europa de los ciudadanos se quedara únicamente en un contubernio más de mercaderes. Mr. Dollar se la metió doblada a Don Euro y con la connivencia final del Banco Europeo y de tanto ilustre como inútil mandatario, en estos momentos, España es sólo un ejemplo, nos encontramos con una serie de medidas obligatorias para enfrentar (¿?) la crisis.

LA CRUDA REALIDAD 

Hay que acabar con el paro, recuperar el tejido industrial...
Bueno, pues empecemos abaratando el despido. Por si acaso. (Costará 20 días por año; se podrá despedir si descienden las ventas, que nos los beneficios, de la empresa; si las bajas acumuladas -por enfermedad por ejemplo- suman más de 9 días. No necesitarán autorización administrativa para lanzar un ERE. La decisión será del empresario, si el trabajador  reclama, tendrá que demostrar él la improcedencia del despido... Respecto al tejido industrial no hay nada como insuflar millones de euros a la Banca. Ellos sabrán que hacer con ellos y con los intereses que pagan y cobran. No cabe duda, en ello pondrán todo su interés...).
Hay que inspirar confianza en la sociedad.
Nada mejor para ello que meternos cada día una ración mayor de miedo escénico hasta el apocalipsis final. (Mientras, desaparecen los derechos del propio Estatuto de los Trabajadores; ahora se podrán modificar de forma unilateral por los empresarios, la jornada de trabajo, horarios, turnos, los salarios incluso, sin posibilidad de discusión... Se acaba la negociación colectiva que será sustituida por las decisiones, siempre unilaterales por parte de los empresarios o en su caso por los Decretos de los diferentes gobiernos. Hasta se vislumbra en el horizonte una reforma de la Ley de Huelga. De alguna manera, como se ha dicho, se acaba con los derechos reconocidos en la propia Constitución).

LA TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN

Un líder sindical decía hace unos días, y se refería al Gobierno: “no saben lo que hacen”. O sí.
Si el paro alcanza los cinco millones y será de seis al acabar el año, o más. Si los bancos se preocupan más de sanear sus tripas que de facilitar crédito a las empresas. Si no se invierte, y el consumo desciende. Como ahora mismo, pero  de forma continuada. Entonces, o sea enseguida, la crisis, que es ya una recesión, lo será mucho más, cada vez más.
Menos producción, más paro, más recesión. Así todo el camino, hasta llegar al precipicio. Luego es más sencillo: cabeza abajo y vía libre...
¿Saben o no saben lo que hacen? ¿Es Grecia un experimento?: Tensamos las cuerdas, todas las cuerdas, se bajan sueldos, aumenta el despido, no se invierte, ni hay dinero para las empresas, echamos a funcionarios, al dantesco espectáculo sólo hay que añadir miles y miles de gentes desesperadas en la calle. El conflicto alcanza algunos grados de violencia. Mejor. No hay nada como enviar la fuerza pública para restaurar el “orden establecido”, habrá mucha gente que lo demande, “ya que no hay más remedio”, “es que la situación está mal”, “virgencita, virgencita que me quede por lo menos como hace 50 años”...
Resultado final: una sociedad como Dios manda, donde con su permiso, mandan los que deben mandar, los de siempre, con un alto grado de autoridad y autoritarismo, pero eso sí con elecciones libres, cada cuatro años como Dios manda, donde, con su permiso, el del Gobierno saliente, el del entrante y el de la policía que todo lo ve, mantendremos una sociedad troglodita pero con algunos coches por la calle y vacaciones en el pueblo de los suegros, que tampoco hace falta mucho más para dejarse vivir. Quien pueda vivir.
¿Y la sanidad? Para quien pueda pagarla y el resto a la beneficencia. ¿Y la educación? A ver, a ver, que a Harvard tampoco tiene que ir todo el mundo. Ni siquiera a Salamanca. ¿Y lo de la juventud divino tesoro?, todo un experimento para el siglo XXI, millones de chavales en la calle sin trabajo, ni titulación (al paso que vamos), sin futuro,  ni esperanza-

¡QUÉ EXAGERACIÓN!...

Vale, lo veremos en algunos años.
A no ser que se impongan las tesis de otra mucha gente que habla, por ejemplo, de:
Inversión pública (que algunos ya se han preocupado de recortar de forma incomprensible); reforma fiscal a fondo, especialmente para los que más tienen y menos pagan (al menos, y siempre, proporcionalmente hablando); control de las transacciones especulativas y de los depósitos en paraísos fiscales. Limitación por decreto de los beneficios insultantes de la banca y de las grandes corporaciones, y de los sueldos que se llevan incluso cuando dejan la nave hundida.
Y algo muy importante y muy difícil de lograr, ya lo sé: por una parte que los corruptos devuelvan lo que se llevaron. Y por la otra que se acabe con el derroche público de los gobiernos, el central, los autonómicos y municipales. Hablamos de prebendas injustas (de injusticia social evidente), de gabinetes fantasmas, hinchados, pesebristas y absolutamente innecesarios, de parques y parquecillos de automóviles, de obras faraónicas, de actividades estrambóticas... Hablamos de la nulidad social y política, por ejemplo, del Senado de la Nación, del que nunca se ha hecho una Cámara de las Regiones y que sólo sirve para releer leyes y decretos. No sirve, no nos sirve.

¿Y los partidos políticos? No me extraña que alguien prefiera quedarse con los de fútbol, porque... Habría mucha tela que cortar para un traje que, con permiso de Camps, empezó a tejer el pesoe para dejárselo a huevo al pepé, que está en lo suyo, aunque cuando quiere, y quiere mucho, siguen culpando de toda la crisis universal a Zapatero. Y todo esto con el aplauso entusiasmado de los de ciu (adónde vas Cataluña...), y algunos más.

Tarde o temprano, el 15 M sólo es el anuncio, los países de Europa, y no sólo los chavales, se revolverán contra  los mercaderes del templo. Ojalá sea de forma pacífica. Como por ejemplo, y con todas las diferencias que se quiera, ha hecho Islandia.

Salud. 

1 comentario:

  1. La huelga es parte del sistema, el sistema cuenta con ella, la soporta, como un cuerpo soporta (y necesita) cosa tan poco elegante como los esfínteres. Lo urgente y necesario es encontrar otro sistema, con otra escala de valores, con otros horizontes individuales y colectivos.
    'Ya viene éste con utopías y mesianismos'. Pues sí, claro.

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