viernes, 26 de octubre de 2012

ADIOS, ADEU, AGUR...


Parto de que lo peor que puede hacerse, y me temo que es lo que hará el PP, es poner a Cataluña contra las cuerdas. Y entonces Cataluña que además de un conjunto de ciudadanos es también, como cualquier rincón del planeta,  un “pueblo” manejable en asuntos de identidad, de historia casera y de “somos más que un club”, aún se rebotará mucho más en el camino hacia la autodeterminación, independencia o lo que sea.
También puede ocurrir que todo se quede en lío de borrajas si Cataluña consigue un tratamiento económico especial, como el de los vascos y navarros, o mejor incluso, si el ruido orquestado así lo propicia.
En el camino se producirán, se están produciendo ya, recortes sociales a mansalva, y qué mejor manera de continuar y disimular el desafuero, que el de gritar a los cuatro vientos, “pero somos y seremos catalanes” (en catalán, claro).

Euskadi que ni siquiera tiene una invasión que echarle a la cara al gobierno de Madrid (la represión de Franco, aparte del idioma, no fue exclusiva, se dio en toda España y si alguien lo duda que se lean lo qué pasó en La Rioja, un sitio como otros muchos donde pareció que “no pasaba nada”), también se planteará lo del soberanismo, el referéndum y la independencia. Qué hacer. A su favor, el nacionalismo vasco tiene el hecho, que todavía no se ha demostrado científicamente pero todo llegará, de que cuando lo del big-band, los primeros (primerísimos) vascos, ya andaban y habitaban entre el Amboto y el Cantábrico (nombre que sugiere el de otra tribu norteña pero no vasca; ¿serán también los cántabros contemporáneos del big band?).

En fin, ¿quién teme al lobo feroz? ¿Desde cuándo un referéndum es un lobo feroz? Precisamente, ahora andamos muchos pidiendo un referéndum al gobierno pepero para que el país se cuestione su política, social, económica y política (valga y mucho la redundancia). Bien, supongo que a los que andamos detrás de esto en La Rioja, Andalucía, País Vasco o Cataluña nos parece más importante la lucha contra los recortes en la sanidad, la educación, o ¿por qué no?, en los sueldos de los funcionarios, que decidir si queremos ser todos españoles, o no, si queremos ser como españoles pero menos, o no serlo pero parecerlo y así sucesivamente.

Pero claro, habrá opiniones para todos los gustos. También quien dedique al tema algo de tiempo. Y empeño. Y, amigos y amigas, este es el quid de la cuestión. Hay quienes se han empeñado. Y ante eso yo no me quitaría el sombrero, pero lo aceptaría. Porque un referéndum puede hacerse. Ciertamente es prerrogativa del gobierno central, pero podría delegar en las nacionalidades, o regiones en su día, empeñadas. O sea, discútase el cómo hacer el referéndum, pónganse fechas y preguntas, y hágase con tiempo y perspectiva, adaptando y cambiando lo que haya que cambiar. La Constitución por ejemplo, que ya se vio que era posible hacerlo de un día para otro. Y así, tengamos la fiesta en paz. Y sin amenazas ni ruidos de sables que no vienen a cuento. Esto del referendum soberanista ya se ha hecho o se va a hacer en otros lugares. Por los que ahora nos vamos a pasear.

Quebec es la región más grande de Canadá. Su lengua es el francés y desde siempre ha contado con partidarios de la secesión, o sea, de la independencia. En el primer referéndum, 1980, votaron a favor el 40%. En el segundo, 1995, el 49%. Por poco lo pillan. Lo cierto es que en el 2006 el gobierno central consideró a Quebec como nación dentro de Canadá y lo de la secesión se difuminó un tantito. Ahora mismo, en las elecciones en Quebec, los independentistas han ganado con un ¡32%! de los votos. Parece ser, en todo caso, que sus candidatos así como los derrotados liberales andaban más preocupados en la campaña electoral, y supongo que en el andar por casa de cada día, por la recuperación económica de Quebec que por cualquier otra cosa, incluyendo la independencia y el cambio banderil.

En todo caso seguirían siendo súbditos de la reina Isabel II. Como sería el caso en Escocia. Los independentistas escoceses, ya lo han dicho, mantendrían a la soberana, que ahora lo sería del Reino Unido y de Escocia. Usarían también como moneda nacional la libra esterlina, o sea, la inglesa, eso que los escoceses tienen su propia libra que, por otra parte, vale lo mismo. Ya se sabe que el referéndum se celebrará el 2014 y que su resultado será vinculante. ¿Quién ganará? Bueno, yo tengo un pálpito y lo digo ya. Que no, que a pesar de batallas y batallitas, de Mel Gibson y Robert the Bruce, y de los miles e incendiarios chistes de “había un inglés” y peores, los escoceses seguirán siendo hijos de la Gran… Y bebiendo y cantando mucho. Con una ciudad como Edimburgo, que se cae del castillo y se rompe en plazas y callejuelas con nombres de bardos, poetas y asesinos.

Ciudades por ciudades, fíjate, Donostia-San Sebastián. En otro mar Barcelona. Bueno y sin desmerecer Sevilla, Madrid, o Logroño, que no tiene un océano junto al Espolón pero es la capital gastronómica del mundo mundial...

Vuelvo al referéndum. Más importante ahora mismo que el resultado, en Escocia por ejemplo, es que pueda hacerse. Que puede hacerse. Como debiera poder hacerse en Cataluña y País Vasco, si siguen en el empeño.
Empeño que no es el mio, pero que respeto y para el que pido respeto. Incluso a los que gobiernan este país. Entre otras cosas para que no conviertan esta historia, unos y otros, en la protagonista de la realidad social, cultural y política que en general y más en estos tiempos, es muy otra. La de una crisis económica galopante provocada por un sistema financiero insaciable e insolidario, empeñado en destrozar las conquistas de cien años de luchas y reivindicaciones de miles y miles de personas en el mundo entero. Un sistema que tiene como prebostes, albaceas y alguacilillos en muchos países a sus propios gobernantes. Centrales, autonómicos y aún municipales.

Luchar contra eso es lo importante. Y lo que nos debería unir a regiones, naciones y países. Pero si a favor o en contra de la marea hay quien pretende otra cosa, adelante, que lo haga. Siempre que sea por medios pacíficos. Como decíamos con ETA… que dejen las armas, si quieren la independencia que lo planteen políticamente, que actúen políticamente, que se agrupen en partidos políticos… En eso están, ¿no?

¿Un resultado en los hipotéticos referéndums catalán y vasco? No lo sé.
No se irán, pero si se van, adiós, adeu, agur…


(Qué curioso. ¿Veis como el lobo no es tan feroz? Todos tienen ya su himno registrado y legalizado).










2 comentarios:

  1. El himno de LA NACIÓN RIOJANA tiene más marcha, más ritmo, más gancho, más coraje.... 'LA RIOJA EXISTE' les da muchas vueltas a esos tan lánguidos.

    ResponderEliminar
  2. Y el siguiente paso, una vez independizados, qué pasará con los que se queden dentro y no querían lo que ellos.

    ResponderEliminar