Pues resulta que 15 pueblos
burgaleses “amenazan” con anexionarse no La Rioja, sino a La Rioja... Lo que no
consiguieron nuestros prohombres del XIX, ni las reivindicaciones del XX,
podríamos lograrlo en el XXI gracias a la cicatería y recortes en servicios
sociales (y sanitarios y educativos y funcionariales) de los gobiernos peperos,
en este caso, de la Junta de Castilla y León.
Por este camino tan evidente y
tan repetido está claro que nos vamos a ir desapuntando todos de nuestro
particular cordón umbilical. Sea del ayuntamiento correspondiente, de la
comunidad de turno o del gobierno de la nación que está dejando a cada uno de
sus súbditos, fané y descangallado.
En todo caso y ya que desde la
Riojilla burgalesa suena la flauta de la Rioja Grande, pongámonos el birrete y comencemos la clase. Vamos a ver, a vuela pluma, cómo fue aquella historia tan provinciana de convertirnos en provincia:
En 1718 el primer Borbón, Felipe
V, organiza al estilo francés las provincias españolas. Lo que ahora es La
Rioja se reparte entre las de Burgos y Soria.
Aunque no estamos en los mapas,
es en 1769 cuando Tomás López dibuja el de La Rioja como región natural, lo que
no deja de ser un buen augurio.
En 1785, bajo el reinado de
Carlos III, La Rioja sigue dividida entre sus vecinas.
Ahora vienen los nombre de la
Real Sociedad de Cosecheros de la Rioja Castellana y las reivindicaciones de
una provincia propia de los Fernández Navarrete, así como la invasión francesa,
1808, la Junta riojana de insurrección, con sede en Soto de Cameros, y la famosa
Convención de Santa Coloma, el 8 de diciembre de 1812.
Tras la constitución de Cádiz,
en ese mismo año, el intento fallido de repartición de 1814 tampoco nos daba cuartelillo a
los riojanos, que, por otra parte, seguíamos empeñados en conseguir una provincia propia, para lo que se celebra otra reunión importante en Torremontalbo en
junio de 1820.
Será en 1821 cuando se declare “a
la Rioja por provincia independiente bajo la denominación de provincia de
Logroño”. El decreto final llevará la fecha de 30 de enero de 1822 y la firma
de Fernando VII. De repente no sólo
tenemos provincia sino que ésta abarca desde los Montes de Oca (Pradoluengo,
Belorado) a Tudela y Fitero, incorporando por el sur a Ágreda y San Pedro
Manrique, y al otro lado del Ebro, el territorio entre Laguardia y Viana...
Era la Rioja Grande con 296 pueblos y 8.000
kilómetros cuadrados de extensión.
Con la llegada de los Cien mil
hijos de San Luis en 1823, se acaba el trienio constitucional y el sueño de la
provincia independiente, y enorme, cuyo territorio pasa a depender de nuevo de
las intendencias de Burgos y Soria. En honor a la verdad conviene indicar que
realmente nunca llegó a ponerse en práctica el decreto de 1822.
Y así hasta el reparto definitivo
de 1833. Aparece para quedarse la provincia de Logroño con el territorio que
ahora mismo tiene la Comunidad Autónoma de La Rioja, cinco mil kilómetros
cuadrados de extensión...
Una cosa más. Todos estos datos
no sé si están recogidos en las wikipedias al uso, pero para los interesados en
el tema les contaré de dónde los he sacado. Con la sana intención, por otra
parte, de que se compren o consulten los libros de referencia. Porque toda esa
historia, y mucho más desmenuzada y por lo que a mí me parece, aún más
interesante, la contaba yo mismo en “La Rioja empieza a caminar” que si no en
las librerías sí podréis encontrar en el IER o en alguna biblioteca. Tampoco estaría mal
seguir luego con “La Rioja como sistema” tres tomazos de Ignacio Granado, donde
ya el temario se amplía y diversifica a lo largo de toda la historia de nuestra
historia. Como complemento también es interesante el libro de Pilar
Salarrullana titulado, y ese es su
contenido, “En el nombre de La Rioja”. Y hay más, cómo no, pero eso ya es a
descubrir.
Ciertamente con la consecución
del nombre de Rioja, primero, y de la categoría de Comunidad Autónoma después,
surgieron voces que reclamaban, de nuevo, todos esos territorios que una vez
constituyeron, si quiera fuera textual aunque legalmente, la Rioja Grande. Seguramente no
era fácil ni lo es ahora mismo, el conseguirlo, incluso puede decirse que no sería ya posible recuperar esos
límites que no sólo son ya geográficos, sino también sociales, históricos y políticos. Así que hermanos y primos de la Riojilla burgalesa: a reivindicar tocan. Por vuestros derechos, resistencia y acción.
Para documentar sonoramente la
cuestión, he buscado el Himno Oficial de La Rioja aprobado como tal en 1985 por
la Ley de signos de identidad riojana. Atención, porque sólo se consideraba
como Himno oficial la música compuesta por Eliseo Pinedo. Y en ningún caso la
letra que lo había acompañado en ocasiones, obra pía de José María Lope Toledo. Por
eso no he considerado los videos donde se canta el himno, por más que en
ocasiones nos los quieran vender con el sello de oficial. Así que la búsqueda no ha
sido fácil, ni fructuosa. Sólo he encontrado, y podéis escucharlo a
continuación, un corto, cortísimo, fragmento del himno oficial.
Por otra parte, adjunto lo que en su momento algunos consideraron también como himno de La
Rioja. Ciertamente no fue nuestra intención competir en el ámbito oficial sino
sólo compartir una imagen de La Rioja que nos parecía más real y, desde luego,
más combativa. Hablo en primera persona porque se trata de “La Rioja
existe pero no es” que cantamos, como en el blog de la semana pasada, Carmen,
Jesús e Iñaki, qué le vamos a hacer...
(Por cierto, no sé quien la ha subido a youtube en medio de paisajes
riojanos; pero bien me parece).
Y seguimos con la Rioja alavesa, a pesar del profundo sentido abertxale de sus municipios.
ResponderEliminarEntre gobiernos peperos anda la cosa ¿no?. A tiempo estás de componer ahora "La Riojilla existe pero no es"...
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