Esta misma semana anduve los
caminos del pueblo viejo de Belchite. Comenzaba este caluroso mes de julio y el
sudor y la historia nos guiaban los pasos de ruina en ruina, de cañonazo en
cañonazo. Debía hacer tanto calor en esta tierra aragonesa, allá por el agosto
de 1937, que las casas y las cúpulas eclesiales abrieron sus paredes para dejar
pasar el aire. ¿O eran las bombas? Sí. Mirando el resultado debieron ser las balas,
las bombas y los obuses. Y la muerte en cada esquina, repartiéndose entre
atacantes y atacados. No apresurarse, hay para todos.

5.000 hombres (uno más uno que hacen dos, más uno tres, así hasta cinco mil) murieron en dos semanas en aquel verano del 37. Justo aquí al lado, quizá un poco más allá. Estos querían conquistar la casa, esa que tiene aún los balcones colgando casi en el vacío, los otros la defendían (cien más uno ciento uno, más dos, ciento dos, así hasta cinco mil).
En este verano de 2013, 76 años después, ando (que caminar es bueno) cerrando un libro sobre los riojanos que murieron en los frentes de batalla. Algunos aquí mismo, o cerca, en Quinto de Ebro, por ejemplo. O en cualquier otro lugar. O de cualquier otro lugar, los muertos, los ejércitos, la guerra. Las guerras nacionales, patrióticas, de independencia, de liberación, revolucionarias, religiosas, de clases, civil, la más incivil…
Y me sale un balance final que al margen de la épica y del toque de corneta, y sumando resultados y muertos, quizá podría resumirse en que, al menos, no es bueno ir a la guerra, aunque hubiera que ir. Que no es lo mejor hacer la guerra, aunque haya que hacerla. Y que no tiene sentido glorificar la guerra, aunque haya que sufrirla.
Y a lo más, que para ir y morir,
mejor no ir. Que vale más rondar que matar, o morir.
Os dejo algunas de
las fotos que hicimos al viejo Belchite. Y preguntaréis alguno, ¿quién ganó la
batalla? Pues escrito está en las historias, pero por más que gritamos por
allá, ninguno de los cinco mil nos dio razón del resultado.
Así que solo me queda dejaros también una
canción, texto de Bertold Brecht y música de Adolfo Celdrán. General.
Septiembre 2013
ResponderEliminarEs un placer conversar contigo y también leerte.
Un abrazo
Fernando Borque