viernes, 3 de febrero de 2012

DE AUTORES, MEGAS, UP Y LOAD

Hace unas semanas recibí un carta de la Sociedad General de Autores de España. No, en este caso no me pedían el impuesto revolucionario por cantar en la ducha o silbar en los pasillos. Todo lo contrario, me enviaban un cheque.
Claro, no lo he dicho todavía. Es que soy socio. Soy autor, pero no general, de España, de ultramar y de parte del extranjero. De la SGAE. Ahí queda eso.
Bien entendido que al recibo del cheque por 9 € y algún céntimo más, estuve tentado de devolverlo por correo urgente para que se lo entregaran a Tedy Bautista por si le hacía falta para acabar el mes, que fuentes fidedignas me han contado que el pobre hombre tiene dificultades para salir a hacer la compra cotidiana. Claro que no me dijeron si era por falta de dinero o por miedo a que alguien que le reconociera pudiera romperle la cara.
En realidad quien me preocupa es un amigo escritor que, ese sí, lo está pasando mal. Manco el hombre, va de tumbo en tumbo, carcelario y tabernario de pro, no le llega ni para un mal ordenador, ni siquiera para una pluma en condiciones y utiliza las de ganso como puede, y puede mucho. Pero no sé qué pasa que mi amigo Miguel de Cervantes no recibe derechos de autor. Y me cuenta que su primo Guillermo Saquespeare tampoco. Así se entiende su vida de apreturas. Y que sus protagonistas sólo anden en caballos flacos o envueltos en calaveras de ser o no ser. Creo que otro socio, el Víctor Manuel, que los conoce mucho a todos y es amigo también del Bautista, está preocupándose por arreglar la cuestión. A quien tampoco le van a dar nada es a Juan Sebastián, ni a su colega Betoven. Todo por un lío de fechas, resulta que no es lo mismo haberse muerto hace cien o doscientos años. O quinientos, que tampoco es tanto, digo yo.
En fin que la cosa, me dijeron en la peluquería, no va nada bien. Y eso que todavía no les había visita el hombre del saco. “Que sí”, le dijo al peluquero cuando llegó, “que sé que aquí se escucha música a todas horas”. Y dice el pobre hombre que no se preocuparían tanto si vendiera drogas o escuchara radio pirenaica.
Claro que un señor que conozco ha tenido una idea. Resulta que cobra una pensión ridícula y sin embargo en su vida laboral fue un gran constructor. Albañil, de hecho, pero por algo se empieza. Laboró en la edificación del Ayuntamiento de esta ciudad, Logroño sin ir más lejos, obra singular del arquitecto Rafael Moneo. Y piensa que tal como se están poniendo las cosas, él también puede reclamar derechos de autor. Él y el Moneo, al alimón. Todos los visitantes del edificio pagarán una módica cantidad por visitar sus instalaciones, incluso por usarlas día a día, aunque en este tema están dispuestos a pactar con los sindicatos un canon anual que no acabe definitivamente con el poder adquisitivo de los funcionarios.
También he oído campanas de otros actores-autores de la vida cotidiana. Así los carpinteros y muebleros, los cerrajeros con sus llaves de diseño poético o los pintores de brocha gorda que aplican ideas filosóficas a sus colores envolventes. Otros gremios estudian y valoran su aportación creativa a la sociedad más allá de que los ciudadanos nos llevemos puestos y pagados sus productos, que eso ya lo hacemos con los CD y DVD y sin embargo...
Claro que está lo del internet y las redes sociales. Y hay quien pretende poner puertas al campo, frenar los vientos y oscurecer la luz que alumbra por las mañanas y tanto tarda en apagarse.
Ya, entonces, dice el vecino de arriba, ¿todo vale?
No lo sé. Pero más valdrá, en todo caso, que se discutan porcentajes y precios con sentido común. Y acordes con los tiempos que vienen, que si no son de Rocinantes, tampoco de Conciertos de Aranjuez  (qué obra tan bonita y cuánto ha ayudado a la manutención de los descendientes de Rodrigo), ni de otros monstruos consagrados. Que esto del arte y la cultura, de la creación solidaria y repartida, se anuncia, como al principio de los tiempos, de todos, de muchos al menos, y para todos.
Y en ese maremangun, complicado desde luego, no va a tener mucho que hacer el hombre del saco.
Y así ya hay quien van dejando sus obras en el aire para quien las pueda querer o necesitar. Que es la finalidad de quien crea arte o cultura. Por lo menos al principio (“Lo que yo quiero es expresarme”, “que la gente conozca mi obra”, “lo importante es llegar”, “ojalá hubiera más lectores, más gente interesada, para esos escribo o canto”...). Pues de eso se trata. A veces a cambio de un eurito o dos, menos incluso. O de nada.

Por ejemplo, hoy toca canción y no cuesta nada. Claro que también es de un grupo que se creyó de verdad que la música era una forma más de comunicación entre iguales, incluso (entiéndase la propuesta acorde con los tiempos pasados, los sueños incumplidos y un futuro incierto) un instrumento para la construcción de otro mundo posible. Aunque un verso, es verdad, no lo consiga al momento...

Ahí va la canción.
Escucharla con salud, y hasta la semana que viene.

 La batalla del verso, Carmen, Jesús e Iñaki
La batalla del verso

https://dl-web.dropbox.com/get/Public/MUSICA/La%20batalla%20del%20verso.wav?w=21037164

1 comentario:

  1. "Así los carpinteros y muebleros, los cerrajeros con sus llaves de diseño poético o los pintores de brocha gorda que aplican ideas filosóficas a sus colores envolventes", esto Jesús, me lo quedo (por si lo puedo necesitar).

    Es que era una forma más de comunicación entre iguales, sí cumplió muchos sueños, los cumplió, no te quepa duda.

    La batalla del verso, no hace conexión, por lo menos en mi ordenador, ¿o es que hay que pagar algo?

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