viernes, 9 de marzo de 2012

2046

LOGROÑO 1936. DOS MIL HISTORIAS POR CONTAR
Tenía que contar una historia sobre el Logroño de 1936. Podía elegir, además, entre Logroño capital, o la entonces provincia de Logroño. Perfecto. Resulta que ya vengo trabajando en ese tema, la guerra civil y la represión en La Rioja, desde hace más de cuatro años. Sin esperar ni atender a que justamente en este año 2006, se cumpla el 75 aniversario de la proclamación de la República y el 70 del comienzo de la Guerra Civil, lo que ha significado una riada de libros, documentales, charlas y programas relativos al evento. Una avalancha informativa que, en mi opinión, y conviene decirlo de antemano, merece una cordial bienvenida. No todos los sarampiones son malos. Ni, por supuesto, todo lo publicado tiene el mismo valor.
Hablaba de mi trabajo entre familiares, testimonios, documentos, fotografías, recuerdos, sentimientos… Todo eso, me facilitaba el acceso a esta parte reciente, pero callada, en algunos casos desconocida y muchas veces olvidada, de nuestra historia. Pero por otra tenía un problema. ¿Qué puedo contar? ¿Cuál de las dos mil biografías y otras tantas situaciones puedo elegir? ¿La historia de los asesinados en la Beneficencia? ¿Los muertos en Ygay?  ¿O en el Serradero? ¿La crónica de los primeros días del Alzamiento en Logroño (con la llegada de García Escámez, los requetés navarros, la “resistencia” en Tabacalera, los muertos en la calle)? ¿Cómo es la vida en las cárceles habilitadas, el frontón Beti-Jai y la Escuela Industrial; sobre todo cómo es la muerte, la espera de la muerte en aquellas noches de números y listas rojas? ¿Por qué los Colegios se convierten en Centros de Milicias, por ejemplo Maristas-Falangistas, o Escolapios-Requetés? ¿Los pequeños detalles de la enorme salvajada que se cometió en la Barranca de Lardero? ¿Las personas que rellenan interminables listas de maestros represaliados con más de 30 asesinados? ¿O de funcionarios? ¿Y los concejales y alcaldes asesinados por el simple hecho de ejercer los cargos para los que habían sido elegidos (más de cien asesinados)?
Y aún había más. ¿Cómo eran aquellos funerales por los “caídos por Dios y por España” en los frentes de batalla, funerales espectaculares que paralizaban la ciudad, con los pobres en primer plano portando hachones encendidos, las milicias detrás, el comercio cerrado, las banderas desplegadas? ¿Dónde quedaban los entierros de los otros, “los tumbaos” en contraposición con “los caídos”? (definición ésta de “los tumbaos” que he tomado prestada del hijo de una de las víctimas). ¿En qué fosa común fueron a caer? ¿En qué cuneta siguen “descansando” sus restos, en un país donde ha sido tan importante y tremendo el cuidado, respeto y sepultura de los muertos, de todos los muertos? ¿Qué Dios, o qué representantes de Dios permitieron aquello? Por contar, ya que hablamos de esto, ¿cabría la historia de los párrocos de Alberite o Ribafrecha (hubo más) que se opusieron a la matanza? ¿Por qué no hablar del Padre Bombín que murió asesinado por los fascistas en Haro porque era “amigo de los pobres”? Finalmente, que si no lo voy a contar todo, ¿por qué se oyó al obispo de Pamplona gritar “alto el fuego en la retaguardia”, era el mes de noviembre de aquel año fatídico, y no sonó –en el mismo tiempo- la voz de Don Fidel, el obispo de Calahorra?…
Puede entenderse que estos temas, y dos mil argumentos más, se me atravesaran en el momento de elegir uno. Así que, a la espera del libro donde todos tendrán su rinconcito, decidí escribir sobre los dos mil. Exactamente sobre los 2.046 nombres, o sea personas, que se agolpaban en esos momentos en mi base de datos. Y lo hice, lo hago, en forma de poema.


2046                           2046 no es una cifra,
es una fila
larga,
de nombres con rostro
y apellidos con zapatillas.
Los he visto pasar de uno en uno,
primero el uno, luego el dos,
el tres y el cuatro,
así hasta dos mil cuarenta y seis.
Fue un desfile largo,
minucioso,
sobrecogedor a veces,
entrañable siempre,
por eso nada tiene de extraño
si a veces me he visto en la fila,
al final,
haciendo el número dos mil cuarenta y siete.

(Publicado en el libro colectivo LA RIOJA 1936. JIRONES DE LA HISTORIA, Publicado por FRES, Ediciones del 4 de agosto, Logroño 2006; pp. 259-262)

1 comentario:

  1. Pues sí, has sido valiente, has tenido de 'eso', porque más de uno y más de dos te habrán tenido asignado el número dos mil cuarenta y siete. Enhorabuena por el trabajo realizado. Antes de pasar página hay que leerla completa, para que nadie se confunda.

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