viernes, 16 de marzo de 2012

¿Y TÚ ME LO PREGUNTAS?

Ayer estuve en Arnedo. En un Taller de Poesía. Y fue bonito. (Empleo aquí la palabra bonito en su sentido latinoamericano; en otro caso debiera haber escrito entrañable y sublime al mismo tiempo).
No es el único lugar donde se reúne gente alrededor del fuego de la poesía o de la literatura más en general. Sin ir más lejos, el club de lectoras de Albelda se reinventa cada año, cada sesión, en este caso siempre con un invitado que ha escrito novelas, poesía, ensayos o simplemente artículos. Una experiencia igualmente esplendorosa, gratificante para el invitado, enriquecedora para todos. A sus organizadoras y componentes, desde este blog de los hermanos Marx -por lo que cabe dentro- mi recuerdo y homenaje.

Y habrá otros parnasos repartidos por la geografía riojana, incluso logroñesa, qué hacer. Pero andaba ayer por los “senderos” de Arnedo, que uno no puede olvidar sus primeros pasos por la ciudad que ya en aquellos tiempos se postulaba como capital del calzado (tan importante para el hecho de andar, sendear o pasear, véase lo sutil de la referencia, que en el caso de Sendero llegaría también a lo que fue templo no sólo de la música y después del deporte, sino sobre todo de la solidaridad y compromiso de la juventud arnedana. Yo lo viví. Y bien que lo recuerdo).
Pues, como decía, estuve en Arnedo. De la mano del profe del Taller, Diego Marín, que entre otras virtudes mantiene la de ser mi editor a través de los tiempos, y de la de un grupo de hombres, y sobre todo mujeres, que habían aceptado el compromiso de leerse mi libro de poesía titulado “Antes de que suene el primer vals” (Lo digo así, con título y todo, por si alguien de los lectores de este blog quiere buscarlo en alguna librería antes de que se acabe, o de que me den el nóbel de química y se ponga por las nubes. Ya veis. No hay nada como una buena campaña publicitaria. Como diría Francisco Umbral, estamos aquí para hablar de mi libro o qué...).
Bueno, no cuento todos los detalles, sólo el clima, que pasaba con enorme facilidad del humor a la emoción, de la trascendencia a la complicidad, de la poesía a la canción y viceversa. Todo el mundo leyó algún poema y no faltó quien lo entonó.
Me quedé con las ganas de escuchar también sus poemas, que escriben, como hacemos todos, en ordenadores, cuadernos o servilletas de cafetería, con el corazón y las manos, con rima o sin ella, sea consonante, o asonante, o las dos cosas a un tiempo. Como mandan los cánones, no tanto del academicismo literario sino de la voluntad soberana de expresarse como uno quiere, y sabe. (Y en este terreno del saber no es malo que anden, de nuevo el sendero, en un taller literario).
Evidentemente a mis amigos y amigas de Arnedo (algunos ya lo eran desde antes, los demás lógicamente desde ayer, ¿o no es suficiente para ello conocerse página a página tras la lectura de un libro, más si de un poemario se trata?) no hace falta animarles a que escriban. Ya lo hacen. A todos los demás, a todos los que habéis llegado hasta aquí, sí lo hago. Si leer es volver a vivir, escribir es vivir, para uno mismo seguro y puede que para otros también.
(Bueno, tengo que decir que ya sé que algunos de los que se acercan a este blog escriben, escriben mucho  y bien. Me honra saber que entre ellos hay personas, con mayor o menor curriculum literario, envidiable en ocasiones, que son novelistas, otros historiadores, poetas por supuesto, articulistas y ensayistas. Qué maravilla. La vida misma sobre un papel).

En fin, que ayer en Arnedo no hizo falta preguntar. ¿Qué es poesía?
Salud y un poema para terminar. Y seguir escribiendor.

            ALGUIEN DEBIERA CONTARLO

            Podemos pintarle al paisaje
presagios y esperanzas,
afectos y tristezas.
Teñirlo de entusiasmo,
de añoranza tal vez.

Podemos darle un toque kisch
o postmoderno,
hacer que las imágenes hablen
sin palabras,
o traducirlo todo
al inglés.
Añadirle guirnaldas, vides retorcidas;
un Olimpo por aquí,
un Parnaso por allá;
maquillar el telón,
que no se note que está usado.
Multiplicar las distancias
suprimir los espacios reservados,
que retoce a sus anchas por el parque
el libre albedrío.
Introducir a los extras,
los héroes de la función
(unos camino de Itaca,
otros en el frente de Gandesa,
aquellos que vayan tomando la Bastilla,
el resto de relleno a la Crucifixión).

                                   Podemos seguir pintando
o borrarlo todo de un brochazo
y volver a empezar.
De nuevo claroscuros,
ausencias y despojos.
De nuevo un hombre se interroga,
se angustia, se ríe,
salta y grita,
llora y patalea,
mata, muere
y resucita…

Alguien debiera contarlo

1 comentario:

  1. La poesía es un arma cargada de presente. Sin ella, ¿qué quedaría bajo los almendros?

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