Esto de sentirse uno lanzado hacia alguna o ninguna parte
tiene sus épocas y altibajos. Así uno puede pensar que sus obras, pensamientos
o escritos pueden caminar o llegar a quién sabe dónde, o simplemente, que “la
vida que te empuja” te arrea un patadón que te sitúa más allá o más acá de lo
que hubieras querido.
En todo caso parece claro que uno de los destinos más
socorridos para este tipo de lanzamientos es la gloria. No Alberite, Londres o
París. La gloria, casi nada, aunque sea con minúscula.
El número uno del hit-parade, por ejemplo, o de los libros
más vendidos del año, la película con mayor número de espectadores, el balón de
oro o la guindilla de plata, la gloria, al final de la noria (gira el mundo,
gira, en el espacio infinito). O...
El problema es que muchas veces falla el impulso, y lo que
uno consigue es estrellarse. O a veces, el lanzamiento no está mal, pero la gloria estaba desaparecida en esos momentos, bien en combate, bien de
vacaciones. (También las glorias tienen sus obligaciones y sus derechos). Así que...
Cuando lees “Lanzado hacia la gloria”, “Bound for
Glory” en el original, uno comparte la pequeñez, el desconcierto, también el
concierto, la ingenuidad, la rabia, el sentido de la amistad, la búsqueda de
los demás en uno mismo, el viaje a veces con destinos concretos, en ocasiones a
ninguna parte, la creencia y la decencia en el trabajo con los compañeros, de
Woody Gutrhie que quiere comerse el mundo y hacerlo mejor, al menos, o para empezar,
desde California a la isla de Nueva York.
¿Que quién es Woody Guthrie? Buena pregunta, porque la
respuesta os la vais a merecer si además de leer las cuatro líneas siguientes,
seguís buscando en internet. (Bueno, seguro que muchos ya sabéis quién es).
De momento y para hacer boca, os cuento que Woody Guthrie es
una de las voces con más repercusión en el siglo XX estadounidense. Su guitarra
almacenó y amplificó desde el folklore rocoso de las montañas igualmente
rocosas a las baladas de tradición irlandesa, del blues de los trabajadores
negros a la composición de más de 1000 canciones, porque, escribía: “Mientras
haya naufragios, desastres, tornados, huracanes, linchamientos, precios altos y
salarios bajos: mientras existan policías uniformados que combatan a los
huelguistas, las canciones y las baladas del pueblo seguirán adelante”.Y decía ya, a propósito de sus canciones y del afán recaudatorio de las sociedades de autores: “cualquiera que
las cante sin nuestro permiso será considerado un buen amigo... Publícala,
escríbela, cántala, muévela. Nosotros la escribimos, eso es todo lo que
queríamos hacer”.
Su estilo y su música dio lugar a lo que se llamó después
folk-song, un sello en el que tuvieron plaza desde el principio Pete Seeger o
los Almanac Singers, y después, gentes y voces como Peter, Paul and Mary, Joan
Baez, Bob Dylan, y por seguir en el tiempo, hasta Bruce Springteen. (Y en el camino, los honky tonks, con Marty Robbins o Clint Eastwood a los que escuchábamos hace algunas semanas). Con
deciros, aunque creo que no lo valoraría ni tanto así el bueno de Woody, que
Obama es uno de sus grandes fans...
Woody Guthrie no se “casó” con nadie, ni con la
autoridad impuesta, ni la sobrevenida, ni las alternativas por llegar. Sus
grandes amores fueron su guitarra (donde podía leerse “esta máquina mata
fascistas”), las carreteras (las autopistas que luego re-visitarían los
escritos de Kerouac y las canciones de Dylan), y el tren, ese gusano acatarrado
que engullía kilómetros y recogía en sus vagones a lo mejor de cada casa. Y toda esa
gente, estibadores, mineros, obreros y jornaleros escupidos por las
tormentas de polvo y pisoteados por la depresión: “Donde haya niños con
hambre y llorando, donde la gente no sea libre, donde los hombres luchen por
sus derechos, allí estaré yo”. Como Tom Joad, a quien dedicó esta canción, o
Joe Hill, otro de los que combatieron armados con guitarras y palabras. Como
Sacco y Vanzetti, los anarquistas italianos ajusticiados por la justicia
americana a quienes dedicó todo un álbum. Dicho lo cual...
Me importa menos apuntar, pero lo apunto, que Woody Guthrie
nació en julio de 1912, y que murió en un hospital de Nueva York en 1967 en el
que había pasado los últimos 12 años de su vida...
Una vida lanzada hacia la gloria, una gloria particular, como hemos visto. Una gloria gloriosa. Como lo cuenta
en su libro (podéis buscarlo en Internet, en las bibliotecas públicas o en
cualquier librería), titulado en España "Con destino a la gloria", y como puede verse en la película de Hal Ashby, titulada en España “Esta
tierra es mi tierra”.
De esta canción, This land is your land, su tarjeta de
presentación , son estos versos: “Mientras estaba caminando vi una señal allá y
en la señal ponía <propiedad privada>, pero en el otro lado... ¡no ponía
nada! ¡Y ese lado fue creado para ti y para mí!. Esta tierra es tu tierra, esta
tierra es mi tierra, desde California (Cádiz por ejemplo) a la isla de Nueva
York (Orense si os parece)... esta tierra fue creada para tí y para mí” (todo
sea dicho con permiso de los financieros y rajoys del mundo entero). Y suenan ahora...
Como recuerdo y homenaje, dos canciones, la primera de Woody, la citada "This land is your land".
La segunda, de su hijo, Arlo Guthrie. Por si
el tren que te lleva a la gloria no es el que esperas, por si no llega a la
hora, por si es el último al que aún te puedes subir … “The last train to glory”. Hay una versión muy conseguida con los Boston Pops (que la
podéis buscar también en youtube), pero os dejo esta que me gusta más. Aunque
de fondo sólo veamos la imagen del tren a punto de entrar en la estación. O
quizá ha salido ya...
Salud, amigos resistentes y buen viaje cuando os sintáis
lanzados hacia la gloria, pero... no perdáis el tren.
Muy bueno Jesús, ha sido como un programa radiofónico de aquellos tiempos.
ResponderEliminarCon enjundia, entrañable y ameno.
Más 'Guthries' necesitamos en esta tierra.
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada.
Es la primera vez que paso, pero creo que daré alguna otra vuelta por aquí.