viernes, 8 de junio de 2012

¡QUE VIENEN LOS FRANCESES!


La verdad es que los franceses no han vuelto a Logroño, así en plan de arrodearnos, desde 1521. Entonces salieron trasquilados y se mosquearon aún más cuando supieron que la raíz de la resistencia logroñesa había descansado más en los peces del Ebro y el vino tinto de sus gentes que por entonces no era de Rioja sino solo de vino, que en las armas y gritos de ¡San Bernabé y cierra España!
Aquella victoria de todos (ya que todos ganaron: los logroñeses porque hicieron retirarse a los franceses; los franceses porque una retirada a tiempo siempre es una victoria), aquella victoria decía, sí originó una celebración ciudadana que mantuvo siempre como enseña, la bandera, los peces y el vino.
Luego llegó la autonomía con otra bandera y más celebraciones. Y la semana de San Bernabé con Día de La Rioja incluido, se convirtió en un puente de plata para zambullirse en los hoteles de Salou y aledaños. Mientras, el Ayuntamiento de Logroño pedía a sus ciudadanos que se quedaran y reñía a los que desertaban de sus fiestas “emblemáticas”, reconocidas ya como de interés turístico regional, a falta de conseguir el reconocimiento nacional y como me dice quien lo sabe, con el galáctico a punto de caer.
Así las cosas, los franceses, tan suyos, van arrimándose poco a poco, ahora de turistas, de uno en uno o de dos en dos. Y en son de paz, salvo en lo deportivo, que ya se sabe que la envidia es mala consejera, y en lo económico, que ahí es nada lo que batalló el Sarkozy con la Merkel, primera de España y quinta de Alemania, para hacernos la vida imposible. (Menos mal que Hollande es otra cosa. Si no fuera porque es socialista, o socialoquesea, ya veríamos cómo los del pepé logroñés lo traían aquí al frente de las tropas francesas para recrear su victoriosa derrota).
Claro que esto de las recreaciones, de las alabardas ciudadanas y los “revellines”, se debe al empuje reciente de algunos munícipes que se empeñaron en revisar, reinventar en ocasiones, la mítica historia lugareña, con voluntarios a porrillo, degustaciones a mansalva y tomas y dacas de espadachines patrios y foráneos.
Y de ahí gallardetes y arcabuces. Todo de guerra, aunque de mentirijillas. Y mercadillos, tabernas y tabernarios, cosa del comer y del beber, que es de lo que se trata por aquí, desde mucho antes, por cierto, de que no se sabe quién, ni por qué ni por cuánto, nos encasquetera el título de ciudad gastronómica por excelencia, que es un título que da más juego eso sí que lo que hubiera representado ser, por ejemplo, ciudad o capital cultural, o de los derechos humanos o de las tres culturas...
Pero aquí nos conformamos con el ondear de oriflamas, gallardetes y estandartes, y hasta la alcaldesa, con permiso de su mentor y en recuerdo de tanta y tan sublime historia, le da tres pasadas al pendón de la ciudad en sus puertas y ventanas. Con la de pendones que hay por ahí...
Por lo demás, unos por aquí y otros por allá. Y en el centro, el Espolón.

(Buscaba una canción que ilustrar nuestro comentario de hoy, cuando recordé uno de los sainetillos de Vaya Semanita dedicados a Logroño. Y en el que se verá que la búsqueda de nuestra ciudad puede ser tan difícil como la del santo Grial, eso sí con alguna pincelada francesa, Y es que estamos donde estábamos. Nos tienen arrodeados. Los franceses, claro).

SALUD Y RESISTENCIA






VAYA SEMANITA VACACIONES A LOGROÑO

1 comentario:

  1. Y mira ahora, nos tienen arrodeados los franceses, los alemanes, ..., ..., ...,
    Muy bueno tu escrito (y el vídeo).

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