El doctor Rath, médico alemán muy crítico con los fármacos-negocio, ha denunciado también el comienzo de una guerra mundial, la tercera, que se juega de nuevo en terreno europeo con armas económicas. Y con Alemania de anfitrión, lanzándose al cuello de la periferia: Irlanda, Portugal, Grecia, Italia y España. Y ya veremos quién más.
Para Matias Rath, el sentido de
este sinsentido estaría cerca de la industria química y farmaceútica alemana,
además del seguimiento a los poderes e intereses financieros de las
multinacionales. Posiblemente conocéis ya su discurso. En todo caso y para
quien no lo conozca y quiera escucharlo, lo cuelgo aquí debajo (dieciocho minutos que valen la pena).
Su discurso y esa idea de
trapicheo y mercadeo infame de los medicamentos me ha recordado una gran
película y una espléndida banda sonora.
Situamos la acción en una ciudad,
preciosa ciudad entonces, antes del desastre, y después, cuando fue reconstruida.
Lo que vemos, y la película funciona en este sentido como un documental, son
sus casa desnudas, enseñando de forma obscena sus cimientos, sus paredes
derrumbadas, sus interiores devastados.
Viena. Ocupada por americanos,
rusos, ingleses y franceses. Y por sus habitantes naturales que sobreviven
entre la miseria, la corrupción y la crueldad que revolotean sobre ellos, junto
a la Noria que da vueltas y más vueltas observándolo todo.
Por debajo las cloacas de la ciudad,
la suciedad de la sociedad miserable, corrupta y cruel de una época donde la
muerte en la guerra ha dado paso al sálvese quien pueda de la paz.
Una paz así resulta amarga y a
veces peor, tal como vamos viendo en la película, cuando los medicamentos, la
penicilina manipulada creo recordar, se convierte en fármaco asesino para quien
lo toma, y en fuente de beneficios para quien la vende. Y ahí están las sombras
y Orson Welles, y las cloacas de nuevo como escenario final (¿final del todo?).
Aunque el final final, de la película, transcurre
en el largo paseo de entrada, o salida, del cementerio Central de Viena. Estuve
hace unos años allí, sentado con mi amigo Marcelino Izquierdo, esperando el
desencuentro de Joseph Cotten y Alida Valli. Mientras, sonaba la música de
Anton Karas que, junto a los valses de Strauss, siempre serán parte de Viena.
Salud, resistencia y acción
Y a mí me ha recordado a "El jardinero fiel".
ResponderEliminarPero mucho me temo que el trapicheo y mercadeo abarcan mucho más que a la industria farmacológica y hasta a la propia Alemania.
Recordaré que, según los historiadores, el escarabajo de la patata fue utilizado durante la 2ª guerra mundial y después como arma 'retroquímica', es decir como elemento útil para provocar un comercio masivo del DDT. Curiosamente, el área de origen de la patata no coincide con la del escarabajo.
EliminarParece ser que sí, que las multinacionales 'de la salud', sobre todo la industria farmacológica, están detrás de muchos desastres sufridos por la humanidad en los siglos XX y XXI. La codicia de sus gestores e inversores no tiene fin.