viernes, 11 de mayo de 2012

PARA CONSTRUIR EL FUTURO NECESITAMOS EL PASADO, TODO EL PASADO


                En estos últimos días me he cruzado con fechas y hechos de cierta importancia en este camino que vengo transitando hace ya muchos años. Una senda que, para entendernos, cruzaría las tierras de lo que denominamos MEMORIA HISTÓRICA. Un caminar del que me siento orgulloso y que he compartido con mucha gente, sintiendo además, cuando no el apoyo de la mayoría, sí, al menos el respeto general por el trabajo realizado. Que no sólo es la publicación de mis investigaciones sobre la represión en La Rioja, sino también la labor que, de forma colectiva, estamos llevando a cabo muchas personas a través de la Asociación la Barranca. Sin motivaciones ocultas, sin buscar el reabrir heridas que, en todo caso, nunca antes se habían cerrado, sin deseos de venganza o de revancha, pero sin aceptar el silencio obligado por la dictadura y aconsejado después por los grupos políticos que hicieron  la transición. Y así hemos hecho nuestras, y hago mías, esas palabras que aparecieron hace años en uno de los informes de Amnistía Internacional: Verdad, Justicia y Reparación. Y en eso estamos.
            Recordando, por ejemplo, el empuje infinito de las que llamamos “mujeres de negro”, madres, esposas o hijas de los riojanos que fueron asesinados en la Guerra Civil o en la dictadura. Mujeres vestidas de negro y de dignidad que sufrieron en muchos casos y además de la muerte de los suyos, cárceles, vejaciones y multas. Que consiguieron preservar su memoria y hasta los lugares donde habían sido sacrificados. Y lo hemos hecho colocando una escultura alusiva en las fosas-cementerio civil de la Barranca y con una exposición que recoge los rostros de 60 de esas mujeres, y que ha podido verse en Logroño, Fuenmayor, Alfaro y Navarrete (en esta localidad a pesar de la negativa de su alcalde en ceder la sala de exposiciones municipal). Ahora mismo está (estaba cuando lo escribí) en el Instituto de Fuenmayor.
            O llevando a cabo una exhumación en Montenegro de Cameros. Allí fueron asesinados en la madruga del 26 de septiembre de 1936, nueve riojanos, cuatro vecinos de Torrecilla, cuatro de Nieva y uno de Pradillo. En este caso hemos contado con la colaboración total del alcalde y ayuntamiento de Montenegro y con el concurso técnico de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. La exhumación ha sido noticia en los medios de comunicación riojanos y nacionales y ha generado también muchos comentarios. Algunos, desde el respeto a las personas enterradas y a sus familiares, plantean si la exhumación es la única alternativa. Cierto que otra podría ser la de señalar las fosas con alguna placa y dejar los restos en ese lugar, pero esa decisión corresponde siempre a los familiares. Lo que es más triste, por cruel e inhumano, es escuchar a quienes dicen que dejemos de revolver y aún cosas peores. Todo porque mucha gente quiere saber qué pasó con los suyos, con los “tumbaos”, y sacarlos de las fosas comunes donde literalmente se les tiró, para enterrarlos “como Dios manda”, que se dice en este país. Sé, porque alguna vez lo he podido comprobar, que cualquier persona con buena voluntad acaba aceptando el hecho con sólo ponerse en el lugar de los familiares de las víctimas. Si alguien no está de acuerdo, que pruebe a hacerlo.        
            Y no es excusa para no aceptar las exhumaciones de los asesinados o la publicación de sus nombres, el argumento de que hubiera muertos en todas las retaguardias y en todos los frentes. Eso ya lo sabemos. Eso es un hecho. Y de eso también podemos y debemos hablar. Porque este país tiene, además de otros muchos problemas, y sé que los económicos son ahora los más notorios y preocupantes, uno grande, muy grande, que, queramos o no, nos ha acompañado y muchas veces condicionado a lo largo de los últimos años. En los de la dictadura por supuesto, pero en los de la era democrática también. El problema de construir nuestro futuro desde el conocimiento y aceptación de nuestro pasado, y me refiero aquí al que corresponde a su época más negra y trágica en todos los sentidos, y en todas sus vertientes, el de la Guerra Civil y la dictadura franquista.
            Es evidente que hay personas que prefieren desterrar para siempre esta historia, esta búsqueda de la verdad. Para ellos la Guerra Civil ya pasó, unos ganaron, otros perdieron, ya está. La cuestión es que realmente la guerra no acabó el primero de abril de 1939. Se prolongó de muchas formas durante casi 40 años, todo el tiempo en que los vencedores siguieron venciendo a los vencidos. Mientras tanto, ellos, los vencedores, enterraron a los suyos con honores, contaron “su” historia y cerraron el camino a cualquier otra posibilidad de entendimiento de todos y entre todos. Y como eso no se hizo nunca, alguna vez habrá que hacerlo. Empezando, como es lógico y natural, por devolver el derecho a recuperar su historia, su dignidad y los restos de sus familiares, a los perdedores.

         SALUD. VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN.                                                           


1 comentario:

  1. ¿Y si comenzáramos a preparar un SANTORAL LAICO, de aquellos mártires de la guerra que murieron por sus ideales democráticos habiendo tenido una vida ejemplar en todos los sentidos?

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