“… De pronto el automóvil se detiene: llega una enorme fila de camiones. En ellos, apretujados, hombres y hombres uniformados. Las caras brillantes al último sol de la tarde cantando. ¿En qué idioma cantan? No son españoles. ¡No son españoles! ¿De dónde vienen?
El chófer grita:
-
¡Son franceses!
¡Los franceses! ¡Ya decía yo que Francia no nos podía dejar en la estacada!
Camiones y más camiones.
Camiones y más camiones.
-
¿Qué cantan? ¿En
qué idioma cantan? En francés, sí. Pero estos otros, no. Estos en italiano. No
hay duda. ¿Pero aquellos? ¿En ruso, en alemán, en checo? ¡Y éstos en inglés!
Julián Templado –por primera vez en su vida- tiene que hacer un esfuerzo para contener sus lágrimas. Y abraza a sus compañeros de viaje, a quienes apenas conoce, hasta hacerles daño”…
Julián Templado –por primera vez en su vida- tiene que hacer un esfuerzo para contener sus lágrimas. Y abraza a sus compañeros de viaje, a quienes apenas conoce, hasta hacerles daño”…
Es un
fragmento de “Campo abierto”, de Max Aub, que Ernesto Muro recuerda al
re-contar la llegada de las Brigadas Internacionales a Madrid en el libro
“Salvad España, salvad la paz” publicado en Logroño en 2011 por la Editorial
Siníndice, y que en su primera parte cuenta con trabajos de Ernesto y de Mirta
Núñez Díaz-Balart, y con la presentación de María Pilar Salas Franco. La
segunda parte está dedicada a los memoriales que en el Reino Unido recuerdan a
sus brigadistas. Sólo unos cuantos centenares… de memoriales, que los
voluntarios se contaron por miles.
Yo vi a
algunos de ellos muchos años más tarde. Debió ser en 1977 y de nuevo entraban
en Madrid. Todavía vivía Dolores Ibarruri que era la anfitriona de aquella
visita. Nosotros estábamos con Víctor Manuel en el escenario viendo cómo se
caía el teatro cuando aquellos supervivientes de vida, guerras y muertes, entraban
por la puerta. Aún había “jóvenes”, de sesenta y tantos años, peinando canas, y
otros mayores. Era invierno, vestían con gabardinas, y eran altos y bajos,
rubios y morenos, venían del mundo entero…Como llegaron
en el 36 desde más de 50 países, de uno en uno, de cinco en cinco, a veces
grupos mayores, en barcos, en trenes de mercancías, pasando a pie las
fronteras. Un país, una idea, una utopía. España, libertad, fraternidad.
Ellos sabían
que había que salvar a España para salvar la paz, y la libertad. Perdimos la
guerra y en España nos quedamos sin paz y sin libertad. Cierto, y debieron
pasar muchos años, cierto. Pero al recuperar la paz y la libertad, ellos
seguían con nosotros. Algunos bajo la dura tierra que los vio pelear y después
los acogió en su seno. Los otros, en aquel teatro de Madrid, o en cualquier
lugar del mundo. Todos con España en el corazón.
Yo les debía
un poema, Paco Marín una canción.
Este es el
poema
ESPAÑA EN
LOS BOLSILLOS
Vinieron
con el viento
que
arrancaba los muros,
llegaron
con el polvo
de todos
los caminos,
vivieron su
pasión
con fuego,
con ternura,
y
escribieron la letra
de un himno
por hacer...
Al irse, se
llevaron
a España en
los bolsillos;
algunos se
quedaron
abrazados
al barro
de una
tierra amorosa
que los
mudó en semillas
de un mundo
por hacer…
Ahora la
letra de la canción (es una pena no poder escucharla aquí, pero Paco nos la
puede cantar en cualquier esquina)
Eran
chavales,
vinieron a
mi España,
en las
Brigadas Internacionales,
vinieron a
mi España, siendo chavales.
Por
ideales,
se dejaron
la vida
en las
Brigadas Internacionales
se dejaron
la vida por ideales
Murieron en
el Ebro
y en el
Jarama,
sangre de
soñadores empapó España,
sementera
de gloria para el mañana.
Su ejemplo
de firmeza
brilla en
el alba,
cuando
amanece el día su esencia clama,
cojamos el testigo de la batalla,
queda
batalla, mucha batalla.
Y ahora sí escuchamos una
canción. Una de las que han acompañado desde siempre el recuerdo de las
Brigadas. Posiblemente la más conocida, cantada por Woody Guthrie o Pete
Seeger. Elijo a este último, acompañado del grupo Almanac Singers. El Valle del
Jarama
(… un lugar que conocemos bien,
porque muchos de los camaradas, para siempre quedaron allí…)
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